La Cabaña Pasiega
La Cabaña Pasiega
Información, origen y evolución de las cabañas pasiegas y su entorno
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La Cabaña Pasiega

Mural sobre la cabaña pasiega
Información, origen y evolución arquitectónica de las cabañas pasiegas:

La construcción típica pasiega ha ido evolucionando desde la Edad Media hasta nuestros días junto con la forma de vida de sus gentes, ligadas inseparablemente a la ganadería.

Los inicios de la cabaña pasiega se remontan a la Edad Media, donde el sistema pastoril era extensivo, sin cercados. Se realizaba mediante pastores que enverengaban en los montes construyendo chozas y cabañas, que según Lastra Villa (1992), eran de planta rectangular con paredes de piedra armada a canto seco y cubierta sobre entramado de madera a dos aguas y entrada en muro corto bajo caballete.


Fue durante los siglos XVI y XVII cuando se produce la transformación del sistema pastoril. Este cambio se refiere al paso de la organización comunal a la individual, donde el ganadero cría y cuida su propio ganado. Es entonces cuando nace el sistema pastoril propiamente pasiego.

La vivienda de estos ganaderos era temporal, ya que se construía con el fin de permanecer en ellas durante el periodo estacional pertinente (mientras el ganado pastaba en los puertos de montaña).

Estas construcciones temporales se caracterizaban por ser de planta rectangular de reducidas dimensiones, mampostería a canto seco o con barro, dobles muros y huecos de saneamiento en la pared cimentada contra el terrazo. La cubierta formada por tablazón y lastras. La distribución interior de la vivienda se realiza con tablazón. En ocasiones las construcciones llevan adosadas borciles para los cerdos.

A partir de 1586, los pasiegos comienzan a distribuir parcelas con la ayuda de la tala de arbolado y rozas. Gracias a ello se comienzan a construir cabañas en los cerramientos propios, levantando edificios con materiales locales: piedra, barro y madera.

Resumiendo lo anteriormente expuesto, encontramos en este momento histórico cabañas en territorio común y posteriormente cabañas cercadas por la parcelación del terreno.

A finales de siglo XVII y comienzos del XVIII se encuentran cabañas como las descritas anteriormente y con más detalle en el apartado de estructura.

Estas construcciones se localizan generalmente en las laderas de las montañas para el aprovechamiento estacional de los pastos.

Existe un gran número de cabañas debido principalmente al fenómeno de la trashumancia. El hecho de que los pasiegos se trasladaran con el ganado de un lugar a otro según la estación, hacía que cada familia tuviera más de una cabaña. A la par, y como consecuencia del éxito del sistema pastoril de trashumancia, se produce un incremento demográfico. García Alonso (1986)

Durante el siglo XVIII y principios del XIX se generaliza el pastoreo intensivo con praderías cerradas junto a la cabaña. Es en este momento cuando se completa la simbiosis casa – cabaña, que será el modelo constructivo pasiego.

Esta casa cabaña está formada por dos suelos, el bajo para cuadra (que a la vez sirve como calefacción para la zona superior) y el alto para payo o pajar . En algunas de ellas, las vividoras, existían cocinas de lar y cuartos.

Un tipo singular de construcción es el cabaño, de menor dimensión que la vividora y de un solo suelo, para cuadra. Generalmente carece de postes de sustentación, mientras que en las cabañas suele haber uno o dos poyales. En estas construcciones el aparejo está menos cuidado, siempre en mampostería.

Durante el siglo XIX continúa el mismo sistema pastoril iniciado en el siglo XVII, por lo tanto, el tipo constructivo básico no cambia: la cabaña de planta rectangular con fachada en muro corto y dos suelos, el superior como pajar y cocina, y el inferior como cuadra. Se introducen algunas novedades como la prolongación de la techumbre sobre la fachada, aumento de la planta como consecuencia de repartimientos internos más complicados, sustitución del patín abierto por la solana de madera (se cierran los portales con tablazón), borciles bajo solana, aparición de portales para guardar la leña. También se construyen cobertizos independientes en torno a la edificación.

También se siguen construyendo cabaños en las brenizas, siendo estos iguales a los construidos siglos antes.

A finales del XIX y principios del siglo XX se produce un cambio en la ganadería pasiega: la sustitución de la vaca autóctona pasiega por la “pinta” holandesa de mayor tamaño, de más alzada y longitud, lo cual repercutirá en la cabaña pasiega, que tendrá que adecuar los espacios internos a esta explotación: los pesebres se ensanchan y las puertas de la cuadra ganan en altura y anchura.

También se produce un aumento en el número de cabezas de ganado, lo que ocasiona que las nuevas cabañas fuesen más amplias de planta y con espacios mejor distribuidos para acoger un mayor número de cabezas.

Aparecen cabañas vividoras de tres pisos; el primer piso destinado a cuadra, el segundo a vivienda y el tercero como desván, aumentando de esta manera la confortabilidad.

La especialización en el ganado vacuno produce una disminución del ganado ovino y caprino, por lo que los cabaños dejan de construirse.

Fue en la década de los sesenta cuando el sistema pastoril pasiego entra en crisis, surgiendo de esta manera nuevas tendencias constructivas. Los ganaderos se especializan en el vacuno holandés, lo que determina la adecuación de los espacios internos para esta explotación.

Durante esta década hasta nuestros días, se produce un continuo abandono de las brenizas, abandonando la práctica de la muda, por lo que se tiende a convertir la vividora en vivienda habitual, aumentando y multiplicando los espacios habitables. Aumentan el número de habitaciones, las cocinas se hacen más cómodas. Aparecen los aseos usando para ello un cobertizo añadido u ocupando un espacio en la balconada. Se abren ventanales para aumentar la luminosidad interior.

Debida a la adecuación de la explotación ganadera a las modernas necesidades, se realizan arreglos, ampliaciones y obras en las viviendas y cabañas. Se utilizan nuevos materiales como el ladrillo, teja curva, piezas de hormigón... ya que estos son mucho más económicos que los materiales tradicionales.

PRIMITIVAS CONSTRUCCIONES:

Características tipológicas de las primitivas construcciones pastoriles pasiegas

Estos edificios son levantados con materiales locales: piedra, barro y madera. Están fabricados, casi todos de piedra, cantería, muy raros de ladrillo, así son muy fuertes y perpetuos. Todas las cabañas se labran aisladas.

A. La planta es siempre rectangular, de esquina viva, y de dimensiones reducidas.

B. El aparejo es, en todos casos, de mampostería muy irregular, dependiendo del tipo de piedra local a utilizar

El de mayor irregularidad es el aparejo de piedra caliza. Existen muchas construcciones armadas a canto seco, en muros de hasta 0,70 m de anchura, por el sistema de doble paramento con cascajo de relleno y, cada cierta distancia, una traba o piedra pasadera, a modo de llave, que reafirma el muro y evita su apertura. Este sistema de traba no suele utilizarse en los adosamientos. En ocasiones existe aparejo que puede considerarse ciclópeo por el gran tamaño de las piedras. En este caso los enormes cantos sirven principalmente para cimentación, muchas veces sin buscar la roca firme, esquinales, trabas y vanos. En otros casos el aparejo es cohesionado con barro o mortero local a base de tierra, mejor la arcillosa, y agua; pero siempre se usa en cantidades muy reducidas y generalmente el mortero resulta de mala calidad. En estos casos, el barro se destina al relleno del cascajo, al encamado de las hiladas y al rejuntado.

Los entramados son de madera. La cubierta es a dos aguas, con un sistema de par e hilera, cabrios y viga cumbrera.

La tablazón se destinaría a los tillos en los casos de cabañas con dos suelos, y a las oportunas separaciones de cuartos, utilizándose para esta última función seto o vergonazo.

D. Los vanos son de gran angostura. Los de acceso, las puertas, rondan los 0,80 m de anchura por 1,20 de altura. Existen dos predominantes maneras de configurar estos vanos para las puertas. El menos específico no era sino ir dejando la anchura conveniente de separación conforme se iba armando en torno, reforzando lo que luego serán jambas con piedras mejor escuadradas o más grandes. Esta manera se reconoce en la mayoría de los casos; la otra consiste en configurar el vano por un sistema propio. Esto se logra de dos formas, bien utilizando largas y anchas piezas de piedra como jambas monolíticas en un vano, por tanto limitado por cuatro piedras, dintel, solera y jambas; o bien alternando estas piezas verticales – agujas - con otras grandes piedras horizontales – tranqueros - que se colocan desde el aparejo del muro sobre las anteriores. Se comienza colocando la aguja sobre la solera y, en el caso en que la altura no alcance la esperada, al llegar el aparejo a se altitud máxima, se sobreelevará la jamba con un tranquero o varios.

Los ventanos son los mínimos para ventilación por lo que en el interior se produce una penumbra permanente. Se realizan por el sencillo sistema de enmarcar con dos losetas o piedras verticales sobre las que va su propio dintel. Algunos son abocinados hacia el interior.

En ocasiones las construcciones llevan adosamientos exteriores de variada tipología y características. En primer lugar hay adosamientos funcionales como los dobles muros y los huecos de saneamiento. Los primeros se arman siempre a canto seco y constituye un refuerzo contra los temporales de agua y nieve que azotan estas brenas, y los segundos son un eficaz sistema para evitar las humedades consecuentes. Esto último se realiza mediante socavación de una zanja paralela al muro largo que confronta la pendiente con el fin de alejar las humedades del suelo y crear una cámara de aire y un canal de salida de las aguas del terreno. Entre la parte superior del terrero y el muro se colocan, oblicuamente apoyadas en éste, una serie de losas o lastras que cubran el hueco y permitan expulsar el agua del gotereal. Estas lastras muchas veces se recubren de céspedes y quedan ocultas. Las zanjas recorren todo el muro y vienen a salir a la fachada, generalmente bajo el acceso al payo, en donde se convierten en una especie de cuvío, apto para refrescar y conservar alimentos, al que se entre por un vano reducido junto a la puerta de la cuadra. Algunos son abocinados hacia el interior.

Otros adosamientos muy comunes son los cubículos o diminutos cobertizos, generalmente adosados a los lados de la puerta de entrada o en algún muro lateral. Sus paredes, de mampostería a canto seco, son de menor anchura que la construcción principal – 0,50 m aproximadamente - y se cubren con techumbre de losas con alguna inclinación hacia afuera para verter aguas. El vano de entrada se realiza de igual manera que los descritos para la casa, aunque, por su menor tamaño, suelen formarse con jambas monolíticas, una de las cuales se adosa al muro del edificio principal. En algún caso puede identificarse este cubículo como un primitivo borcil o cobertizo para los cerdos.

Los materiales son, los locales, Pero locales en el sentido de que se utilizan solamente los que se obtienen del medio más inmediato al lugar. Esto hace parecer diferentes las edificaciones según las zonas, cuando obedecen aun mismo tipo de aparejo y factura.
El que ya podemos denominar modelo constructivo pasiego es una cabaña o casa - cabaña, según el caso, con dos suelos, el bajo para <<caballeriza>> o cuadra y el alto para payo o pajar, cuya altura en el cumbre se ajusta a unas medidas aproximadas de 10 a 12 pies, una anchura de fachada de 16 a 18 pies y una longitud o fondo, de mayor variabilidad ya que se ajusta al número de cabezas y a la producción de heno en la finca, que pudiera estar entre los 20 y 30 pies. En algunas de ellas, las vividoras de aquel tiempo, existían cocinas de lar y, con menos frecuencia, cuartos para los lechos.


Características de los principales tipos constructivos del S. XVIII

Cabañas de buena mampostería, más bien sillarejo, armadas con barro, planta en torno a los 10 m de longitud por 6,50 de anchura, puertas angostas y rasgadas, pocos y diminutos ventanos y fachadas en muro corto perpendicular al caballete de la techumbre.

En general el acceso es directo por el terrazo, o con algún escalón de piedra, y las puertas se encuentran contrapuestas en la fachada. Los vanos de acceso se logran por la colocación alterna de agujas y tranqueros, y los dinteles son muy regulares mientras las soleras tienden a ser losas poco trabajadas.

En algún caso los vanos de acceso defienden los marcos de las puertas de madera con un débil esconzado. Utilizándose el barro en poca cantidad, y elaborado únicamente con tierra y agua.

En ciertas ocasiones el barro es mejor calidad, con algo de cal añadida. Las trabas pueden aparecer resaltantes al exterior y labradas, lo mismo que una solera que se coloca sobresaliente para apoyar en la delantera la viga mayor del caballete del tejado.

Otras diferencias son la labor de puntero reducida al sillarejo de esquinales y vanos, el esconzado de las jambas es norma general y la presencia de posaderas en la fachada del muro corto, orientado de espaldas a los malos vientos del regañón y cierzo.

Los rasgos comunes de las cabañas de brenas son, en general, sus reducidas dimensiones, las fachadas en el muro corto con acceso directo al payo por el terrazo, o con algún tipo de escalera exterior, y puertas rasgadas y vanos de reducidos tamaños. En ocasiones, cuando la piedra lo permite, existe una tendencia a armar con sillarejo. Es corriente que el edificio posea doble muro, a canto seco, en la trasera o en la gatera y hueco de saneamiento contra la pendiente.

Otra tipología son edificios de dos suelos, de mampostería armada con barro, fachadas con patín y huecos de saneamiento con cuvío bajo el acceso al payo. Alguna fachada en muro largo paralelo al caballete del tejado, debido a que son cabañas adosadas por el hastial. De interés son los vasares u hornacinas internas en los muros.

Singulares cabañas son constituidas por mampostería con barro, fachada en muro corto con escalera exterior y patín, posadera y con un poste con sustentación sobre peana. Las jambas de las puertas inician el esconzado de reducidas dimensiones.

Finalmente, en el cumbre se colocan las lastras horizontales que cubran ampliamente el hueco y las juntas sobre el caballete, las que es preciso apoyar sobre calces, lateralmente. No es corriente la colocación de losas como enrabaderos, para así conseguir mayor vuelo y separación del gotereal, sino que generalmente se calzan las losas del alero por debajo para que apoye en la gatera.


Características constructivas generales a todas las cabañas a partir del S. XIX

El cimiento reposa en el firme previamente acondicionado mediante zanjeo y allanamiento. En la zanja se colocan las piedras del cimiento en cuadro de los muros hasta la altura deseada, que enrasa con el solar o suelo de la futura cuadra. Entonces se sitúan la solera de la entrada y los aciles y se encacha o se pisa el suelo. Es ahora cuando se comienza a armar los muros que serán de menos anchura que los cimientos. El muro se arma, en tormo, en mampostería con doble paramento o hilada, uno interior y otro exterior. Las piedras se colocan en hilera y se calzan y cogen las juntas convenientemente. Cada cierto tramo se coloca una traba a tizón y se trata siempre de tapar con la piedra de una hilada las juntas de la inferior. El barro es el aglutinante que da cohesión al muro.

Cuando se llega a la entrada se coloca primero la aguja vertical, a continuación el tranquero y, en el momento que el muro alcanza la altura precisa, la sobrepuerta monolítica. Este proceso se repite con todos los demás vanos, como los ventanos y el aguatijo, y se realizan ahora siempre bien esconzados. Los sillares son únicamente los chaparrincones de las esquinas, colocados alternantemente hacia cada muro, y jambas y dinteles. Tras este último se coloca el cargadero, de madera de roble, que ha de soportar el paramento interno del muro sobre él, cuando el dintel no alcanza, por su anchura.

Entonces se continúa levantando la cantería pero unos cinco centímetros, o más, adelgazada hasta llegar a culminarla. Los postes de payo se sitúan ahora, generalmente, sin zapatas, para sostener la viga cumbrera que ha de servir de parhilera a los cabrios que conforman la base y sustento de la techumbre.

En las cabañas más cuidadas, no todas, los murtos laterales se culminan con losas que se ponen sobresaliendo un poco al exterior, son los enrabaderos sobre los que mueren los cabrios. Se pone y asegura luego la tablazón del tillo encima de las viguetas, dejando abiertas las boqueras sobre los pesebres, y la chilla sobre los cabrios. Por encima de ésta se echa una camada de rozo y se comienzan a colocar las lastras del techado por los aleros, terminándose por el cumbre. En la fachada, al exterior, se acondiciona el acceso al payo, mediante rampa o escalera, construyendo siempre un murete de contención en el que suele abrirse una hornacina o, menos habitualmente, un borcil.

El pesebre se sitúa corrido en el muro largo. Se comienza colocando contra éste unas piedras armadas hasta unos 30 o 35 cm del suelo; y a continuación se delimita con la pesebrera de roble en que hay agujeros para enganchar los peales y prender las vacas con cebillas.Para la construcción del lar se precisa incrustar contra el muro unas viguetas cortas e incurvadas desde una de las vigas. Sobre las viguetas se cierra de tabla para recoger un piso de arcilla con cubierta enlosada, a ras del tillado o ligeramente sobreelevada. El fin de esta obra es aislar con un elemento refractario, la arcilla, el fuego del maderamen.

Como los elementos decorativos en la cabaña, continuando la tradición anterior, las cruces latinas, simples o patadas, aisladas o en grupos de tres: calvarios.

Hasta aquí el modelo constructivo básico, las variantes se logran por adosamientos, repartimientos y diferencias de tamaño.

Una novedad es ya el prolongar brevemente la techumbre sobre la fachada, siendo normal que esté aquella sostenida por un cabrio forastero soportado por la viga cumbrera y una solera de madera que sustituye a los enrabaderos en el alero. En general, aumenta el tamaño de la planta y ocasionalmente se prolongan las cabañas anteriores. La mayor longitud se traduce aquí en el aumento del número de postes que, si normalmente es de dos, puede llegar a ser de cuatro o más.

Un elemento adosado que es común en las fincas de altura resulta ser la colgadiza, o el más pequeño colgadizo, que se adosan a las gateras laterales. La fachada de la colgadiza reproduce la de la cabaña, salvo cuando es de un suelo en cuyo caso únicamente se sitúa la puerta, generalmente desplazada hacia el muro lateral de la cabaña. Estos adosamientos admiten la ampliación del payo para la recogida de heno.

La fachada continúa con los mismos elementos: escaleras exteriores con patín y posadera. Este elemento funcional ahora se generaliza y, en ocasiones, se multiplica hasta llegar a cuatro posaderas, dos en la fachada a cada lado de la puerta, otra en el muero largo Este y otra en la trasera, de una o de dos losas en ángulo recto. Se amplía el patín con la finalidad de cubrir la porqueriza o borcil.

Algunas cabañas tienen un cabrio forastero para el breve volante y la sobrepuerta de roble en el vano de acceso al payo. Estos edificios se techan ya con teja curva.

Ahora es cuando aparecen los portales, para leñeros fundamentalmente. Así, se añaden en muchas cabañas antiguas, en donde se construyeron con planta mayormente poligonal abierta hacia la puerta del payo. Es ocasional el cierre de los portales con tablazón.

Un tipo específico lo constituyen algunas cabañas con techumbre a un agua, verdaderas colgadizas independizadas desde un puesto de vista formal. Tienen volante de un cabrio forastero, y posadera de dos losas.

Algunos elementos de interés en la siguiente cabaña son la sopanda para apear la viga cumbrera sobre un tirante que apoya en los extremos de los muros cortavientos, y remates con molduras en dichos muros que sirve para marcar la diferencia de plantas, haciendo que sobresalga unos 10 cm en el piso alto.

A veces se aprovecha el hueco entre sopanda, cabrios forasteros y tirante para abrir una payota supletoria en la fachada.

En cabañas vividoras pueden presentar bodego frente a la fachada e inscripción en latín en el dintel.

La construcción más sencilla de este tipo, tiene su fachada en muro corto, con solana de suelo enlosado recogida bajo un volante y encuadrada entre una pilastra, en la gatera de arriba, y un poste sobre poyal en la parte baja. Un pie derecho medianero sostiene el caballete del voladizo. Dispone de una posadera y de borcil bajo la balconada, la cual no se cierra con tablazón, más que la mitad que da al Este, ya que el resto lo ocupa el acceso por la escalera frontal. Un detalle son las soleras impostadas que conforman los enrabaderos algo volados. La solana soportada, total o parcialmente, con poste es una constante del tipo, así como la apea central de ésta.

Algunas variables de detalle cierran por completo la tablazón de la solana; otras eliminan la pilastras para abrir el acceso al payo por la escalera lateral y soportan con poste o pata de cabrael voladizo por ese lado;

otras eliminan la mitad superior del muro cortavientos por otro poste; otras disponen la escalera exterior lateralmente al murete de la porqueriza, con lo que aquella queda fuera de la protección del volante; y otras, por fin, disponen de borciles que ocupan toda la extensión bajo la solana, o que cierran con tablazón y no con piedra.

Un tipo diferenciado de vividora es la que muestra su fachada y accesos en e muro largo mejor orientado. Es una edificación de 11,60 m por 7,60 de planta y 5,70 de altura en el caballete del tejado. Tiene balconada apoyada en el muro, que prolonga el esquinal, al Oeste, y en la propia escalera exterior lateral adosada. Como la solana es más larga de lo habitual debe sostenerse también sobre postes con peanas; teniendo además solana en muro corto oriental, donde está la puerta a la cuadra.

Menor homogeneidad presentan otras variantes de este modelo que aparecen en solitario. Tienen fachada entre dos pilastras con escalera frontal y un borcil amplio bajo la solana. Un elemento a destacar es la aparición del tercer piso para payo.

Los que tienen techumbre a dos aguas permiten con mayor facilidad los adosamientos por el hastial, que se convierte en medianil. Suele ser habitual que la cabaña más al Sureste abra sus accesos y balconada en su muro corto y el resto lo haga en los muros largos, prolongando la techumbre en voladizo, para cubrir el balcón y apoyándolo generalmente en postes.

Otra construcción especial es la vividora de tres plantas que presenta la balconada en el tercer piso, en el payo. De esta forma el volante cierra la solana por los laterales. La entrada a la vivienda se produce, al modo más clásico, con escalera lateral y patín. Muy curiosa es también la manera de sostener la alta solana, con hasta tres sucesivas y escalonadas soleras de madera imbricadas en el muro; con ello se evita la colocación de pies derechos desde el suelo.

Vamos a entrar ahora en algunos detalles propios de las nuevas construcciones. Sobre las cocinas ya se ha explicado la construcción del lar; únicamente, decir que ocasionalmente aparecen ya los ladrillos macizos de función refractaria que se colocan en el lugar en que se va a prender el fuego, en el fogón. Pero lo más definitorio será la aparición del chupón y la chimenea exterior.

En este sentido la obra más propia resulta ser la mampostería. El chupón se realiza sobre dos cuartones de madera que se incrustan en sendos mechinales y que se cierran por el exterior con otro cuartón. Sobre esto se construye, en mampostería de cantos pequeños, la campana poco pronunciada hasta sobresalir casi un metro por encima del tejado. Exteriormente es obre a canto seco y ve cubierta con losas. Cuatro huecos, uno en cada frontal, construidos con losetas sobresalientes a modo de jambas, permiten el paso de humos. La variedad más significada consiste en situar los huecos directamente bajo la cubierta de losas. El otro tipo bien diferenciado de chimenea no suele llevar tales huecos y el humo sale por un sombrerete construido con dos losetas cuadradas colocadas a manera de tejadillo. Entre los dos tipos las posibilidades son muchas, tanto en tamaño y altura como en cuanto a subtipos por combinación de los dos básicos.

La forma más común de separación de cuartos y cocina es la tablazón de madera que también cierra horizontalmente desde la gatera. El hueco que así queda entre la tablazón y la techumbre recibe el nombre de payota, dedicándose como payo suplementario en ocasiones y más a menudo, como local para guardar trastos y aperos.

No son raras las separaciones con vergonazo, consistente en un entretejido de varas de avellano, o seto, al que luego se recubre de estiércol que se deja secar. Estos tabiques suelen estar enlucidos y encalados.


Información, origen y evolución arquitectónica de las cabañas pasiegas y su entorno. Estudios Pasiegos:

Sin necesidad de retrotraernos a los oscuros tiempos protohistóricos en que, sin duda, se formaron los caracteres generales de todos los tipos constructivos del norte peninsular, en especial de las edificaciones pastoriles, es el medievo el momento en que el que nos interesa específicamente emerge de la documentación. En los Montes de Pas, durante la Edad Media, el aprovechamiento de los pastos de altura debió hacerse mediante pastores, al comienzo como privilegio de Oña y luego de Espinosa, que enverengaban en dichos montes construyendo chozas y cabañas similares a las del resto de la cornisa cantábrica. Las referidas citas a "capannas" son los primeros testimonios de construcciones, que hemos de suponer endebles y predominantemente construidas de madera, en estos territorios. Ante la riqueza que suponía la jurisdicción sobre tales pastizales no es de extrañar que, los cada vez más poblados valles colindantes, tuvieran interés en utilizarlos o anexionarlos. Cada valle procura hacerse con unos términos propios deslindados y con derechos de pasto - "mancomunidad" o "pastos de alcance" - fuera de los mismos. Toranzo se asegura los pastos de los montes de Luena y Aldano como propios y mantiene mancomunidad con Valdebezana, Santa Gadea y Valdeporres por pasto de La Virga y La Magdalena. Carriedo mantiene las laderas del Somo de Llendeguarda como propio y mancomunidad en el valle de Pas. Sotoscueva tiene mancomunidad de pastos con Pas. Y Espinosa de los Monteros, el gran beneficiado por el privilegio enriqueño, mantiene y deslinda como propios la mayor parte de los Montes de Pas y quiere gozar del privilegio fuera de lo amojonado. Estos complicados sistemas de aprovechamiento darán lugar, a lo largo de los siglos XVII y XVIII, a enfrentamientos, prendadas y litigios que tratarán de resolver por vía judicial.

De gran interés se revela, por tanto, el estudio de los seles y brañas en los Montes de Pas para explicar el orígen del sistema pastoril pasiego y de sus características construcciones. Las brañas son pastizales naturales, en la zona de invernales semipermanentes, o artifiaciales conseguidos por deforestación y roza en zonas más bajas o en laderas. En los terrenos con brañas era normal la existencia de uno o más seles para la guarda del ganado durante la noche. En la zona oriental de Cantabria no es corriente el topónimo braña, pero sí sus equivalentes brena y breniza del cual derivan diminutivos como "brenía", "bernilla" y "bernacho". En estas brenas tenemos los lugares del primitivo aprovechamiento pastoril en los montes pasiegos. Junto a ellos, es decir cerca de los pastizales de altura, se localizan los primeros seles utilizados por los ganados y pastores de los señoríos primero y por los de las villas y valles después. En este sentido las Ordenanzas del Valle de Soba, probablemente del siglo XVII, hacen referencia a seles y cabañas para asentar los ganados del valle. El mismo sentido tienen los seles en las cabeceras de Luena y Valdeporres que se indican en los diversos pleitos que se siguen durante la Edad Moderna. Pero ¿ cuáles serían las cabañas en que se refugiasen aquellos pastores ?. Realmente no conocemos construcciones que puedan datarse con certeza antes del siglo XVI en la zona. Sin embargo, consideramos que serían similares a las que se construían en otros seles de Cantabria.

Lastra Villa estudió los chozos circulares de los puertos y majadas lebaniegos. Su localización precisa en el área más suroccidental de la región, sin constatarse claramente fuera de la misma, y su total construcción en piedra que hubiera, sin duda, dejado restos muy apreciables, nos hace rechazar el tipo, por el momento, para nuestra comarca. Es García-Lomas quien considera más probable un origen de la cabaña pasiega primitiva a partir de un tipo asimilable a las construcciones de los seles de la zona centrooccidental de Cantabria (Cabuérniga, Campoo, Tudanca, Buelna e Iguña). Esta choza es de planta rectangular con paredes de piedra armada a acanto seco y cubierta sobre entramado de madera a dos aguas - "banzado" - techada con "tapines", "tepes" o "cespedones" y entrada en muro corto bajo el caballete. Creemos con más probabilidad esta edificación, ya que la tradición pasiega casi nunca se sale de la planta rectangular y la cubierta a dos aguas con fachadas, en general, dispuestas en el muro corto perpendicular al cumbre, además algunas de las más antiguas construcciones que se conservan - Alto de Peña Negra, Lastrías, Castromorca y Covachos - recuerdan por sus ruinas a estas chozas. Pese a ello, no deben olvidarse construcciones totalmente de madera, ramajes y "cespedones", como las de las chozas de Fuente Dé o las de los carboneros, que hubieran desaparecido al poco de ser abandonadas.

Los Montes de Pas constituyeron, a lo largo de los siglos medievales un "saltus" cuyo aprovechamiento parece ser únicamente el pastoril tradicional. Entonces, ¿ de cuándo arranca el sistema pastoril pasiego diferenciado ?. Ya henos indicado como aparecen desiertos, o con población estacional trashumante, los denominados Montes de Pas en 1352, y que en 1396 concedió el rey Enrique III a los vecinos de Espinosa, y a sus monteros de la guardia real, el privilegio del Herbaje:

" Don Enrique por la gracia de Dios rey de Castilla... a todos los concejos y valles de Retuerto y Trasmiera, a Guricio e Vicio e Ampuero e Soba e Ruesga e Matienzo e Montija e Mena y Valdeporres e Sotoscueva e Carriedo e Toranzo e Carranza... de pacer las hierbas, beber las aguas e comer las granas e dormir con sus ganados vacunos e otros cualquier cortar e rozar aquello que menester les fuese en los términos de Riohermosa y Riobendón e Candabal e Bustablado e Riomiera e Pisueña e Pas e Troja e Rionela e Busenantes e el río de la Engaña e el Lavado... porque los dichos términos e montes son montañas brabas e desiertas..."

Este privilegio del Herbaje recibió la confirmación de los sucesivos reyes de Castilla - Juan II, Enrique IV, Fernando e Isabel, Felipe II, Felipe III, Felipe IV. Carlos II y Felipe V - y es muestra de la expansión de la cabaña ganadera en Espinosa de los Monteros que recoge De la Escalera en 1632 , y se confirma en el poder para obtener la certificación de la Carta Ejecutoria, otorgado en 1647, sobre un pleito de las Tres Villas con Carriedo y Espinosa en 1586, en donde se dice:

"... siendo, como era para más servicio de S. M. reducirlos a pastos y hierbas; con que sacaban más de dos mil cabezas de ganado para abastecer las carnicerías de estas comarcas hasta muy cerca de Vizcaya... y se sigue que con las crias de los ganados se causa tener bastimentos, queso y manteca para la Casa Real de su Magestad y para la ciudad de Burgos, Nájera, Logroño, Santo Domingo, Victoria, Bilbao y otras villas y lugares..."

El gran desarrollo de la producción ganadera tiene su origen en aquél mundo pastoril medieval espinosiego que haría digno de mención los "caseis et butiro de vaccis de Spinosa" ya en el año 1185, en un documento de donación a San Salvador de Oña. Ortega Valcárcel no duda en vincular esto al grupo social ennoblecido de los "monteros", propietarios de grandes rebaños mantenidos en los términos del privilegio.

Hasta comienzos del siglo XVI no tenemos datos documentados que nos hablen de población permanentemente asentada en el valle del alto río Pas. Los mapas de Gerard Mercator de 1606 y de 1632, y los de Willien Janszoon Bleau en 1639 y Pellegrino Zuyer en 1660, no señalan núcleos de poblción, salvo Espinosa. El mapa de Zuyer es el único que rotula los Montes de Pas; precisamente el más moderno de ellos aunque no el más preciso ni exacto. Sin embargo constatamos la existencia de núcleos habitados en La Vega de Pas en el año 1538. En 1539 una sentencia del obispado de Burgos, en donde se cecoge la fundación de la iglesia de Nuestra Señora del Patronato en La Vega, deja ver la ocupación permanente de dicho lugar habitado. Se indica que la fundación se hace en una capilla perteneciente a la casa de Martín Vivanco, al servicio real, y que:

"... hay muchos vecinos que viven en ellos en invierno y en verano y están y han estado muchos días sin clérigos..."

Y, en la propia sentencia, se acuerda que los habitantes de los Montes de Pas paguen los diezmos a Espinosa "aunque tengan cabañas e casares e heredades". La resolución fué apelada y el pleito se alargó hasta la sentencia definitiva de 1561, y la ejecutoria de 1562, por las que se dictamina la pertenencia de los pasiegos a la jurisdicción eclesiástica de Espinosa de los Monteros. Todo el proceso está bien recogido por Escagedo Salmón y es reproducido por García-Lomas.

El paulatino asentamiento de población en estos lugares se intuye a través del proceso de cración de las iglesias pasiegas. En 1576 el cardenal arzobispo de Burgos, Francisco Pacheco, visitó las iglesias de Espinosa y, viendo la lejanía de los feligreses de aquellos términos, estima necesario erigir iglesias en ellos, para lo cual pide ayuda al abad de Oña, pues al monasterio castellano pagaban los diezmos a través de las parroquias espinosiegas. A la vez se acuerda, con concordia celebrada en Espinosa de los Monteros entre el Cabildo de la villa, el abad oniense y el arzobispo de Burgos, que vivan dos clérigos en Pas, uno en La Vega y otro en San Pedro del Romeral. Aquí tenemos ya la primera noticia sobre el núcleo habitado de la actual villa romerala.

Además se percibe que el origen de los principales asentamientos se debe relacionar con la creación de lugares de culto. Este proceso continúa con la erección de ermitas dependientes de cada una de las iglesias, y que recoge, en 1632, De la Escalera Guevara en su libro Origen de los Monteros de Espinosa, su calidad, preeminencias y exenciones, cuando señala:

"Tienen la Villa, y Cabildo tres feligresías, o Iglesias con Sacramento, y Pyla Bautismal en los Montes de Pas, y Rumiera, que distan quatro leguas de Espinosa, las quales exigieron, y fundaron a sus expensas los vecinos, y naturales de la misma Villa que habitan en aquellos sitios. Su advocación es Nuestra Señora de la Vega, con dos Hermitas dedicadas a San Antonio y San Juan, San Roque de Río Miera, y San Pedro del Romeral, con otras dos Hermitas dedicadas a Nuestra Señora del Rosario, junto al Río de Troja, y Nuestra Señora del Resconorio, en los confines con Toranco... La vecindad se reduce a mil chimeneas, contando los vecinos de Para, Santa Olalla y los montes de Pas, que todas son ramas de las de Espinosa, y Colonias suyas..."

Así las barriadas de Troja tendrán ya un núcleo permanente habitado en El Rosario. El caso del lugar de Resconorio es diferente pues su término pertenece al valle de Toranzo, como se recoge en los deslindes de las Tres Villas con ese valle montañés en 1634; y permanecerá en su jurisdicción. Sin embargo, de la Escalera recoge que la fundación de su iglesia, a partir de la ermita, y su primitivo asentamiento tiene relación con una lenta, pero firme, expansión pasiega que comenzaría en el siglo XVII sobre las cabeceras de Luena.

Llegados a este punto hemos de preguntarnos por el caracter de esta ocupación primitiva y pujante. La documentación referente a los siglos XVI y XVII no es demasiado clara sobre la transformación de los sistemas de pastoreo, que sin duda se debió producir entonces. Por un lado resulta evidente la continuidad en la práctica del sistema extensivo, de brenas y seles, sin cercados. Son contínuas las prendadas de ganados en los montes y pastizales únicamente guardados "a palo y pastor". Así, en 1535, los toranceses prendaron a los pasiegos animales en Riolangos, entonces zona en litigio jurisdiccional, que momentáneamente se resuelve con un reconocimientos de derechos de pasto proindivisos. En 1654, en la ejecutoria que recoge la sentencia del largo pleito con Carriedo en 1650, se puede deducir que los pasiegos continúan pastoreando ganados fuera de las cerradas en gran medida, ya que acusaban a los carredanos que cerraban los camunales en Pas de :

"... cerrarles y cotearles los pastos y yerbas con que apacentaban sus ganados."

Toda esta documentación, pese a todo, no aporta pruebas concluyentes sobre el sistema pastoril, ya que igualmente pueden documentarse entonces los primeros cierros o cerradas particulares, como veremos. Lo que sí evidencian es la fuerte presencia, como hemos dicho, del pastoreo extensivo y, por ello, habremos de suponer que la residencia del pastor fuese o bien la residencia permanente del fondo del valle o bien la casa de residencia estacional en los seles y brenas. A este respecto, creemos tener datos etno-arqueológicos que corroboran la existencia de casas o viviendas temporales en las alturas.

En Castromorca, lugar del término de Las Machorras, cercano al cabañal de Covachos, Guerra describió en 1973 los restos de edificaciones, achacando su construcción a los antiguos cántabros. Posteriormente los investigadores Bohigas, Castillo y Churruca lo publican en la Carta arqueológica de la provincia de Burgos como una espectacular muestra de las estructuras más antiguas de la cabaña pasiega.

En dicho lugar se perciben trece estructuras derruidas, de características muy similares, que pudieran identificarse con las viviendas los pastores que aprovecharan las brenas del alto río Cerneja y aledaños. No existen edificaciones que puedan asimilarse al tipo de cabaña actual y únicamente se aprecian dos posibles corrales, de planta circular o semicircular, quizá por la recogida de crías o ganado menor. No hay cercas de pared, salvo un resto de ella en la cabaña del fondo del vallejo que resulta de características algo diferentes.

En este primitivo hábitat se nos hace evidente el primer paso en la transformación del sistema de pastoril tradicional, de organización comunal, hacia el propiamente pasiego. El pastoreo continúa siendo extensivo en los puertos para el aprovechamiento estacional, veraniego, de sus pastizales, pero es un pastoreo particular privativo. Cada pastor o habitante de Castromorca cuida y cría sus propios ganados.

En otros cabañales, de ininterrumpida utilización hasta la actualidad, encontramos restos semejantes a los descritos. Las ruinas de la cabaña de Covachos y las de Lastrías en el mismo término de Las Machorras, o las de El Rostro y el Alto de Peña Negra en el de La Vega de Pas, todas ellas en lugares de pastizal de altura, pudieran parangonársele. Del mismo modo podemos traer aquí el reciente hallazgo en El Chuzu, sobre una alta peña de Cañedo de Soba próxima a los límites con Las Machorras, de al menos tres plantas rectangulares de cabañas de este tipo. En un caso con un diminuto corral circular y en otro con corral adosado de planta irregular que aprovecha bloques erráticos de roca caliza desprendida de los escarpes de Peña Lusa.

Las características de estas viviendas se aprecian con relativa claridad en Castromorca: planta rectangular de muy reducidas dimensiones, mampostería a canto seco, o con barro de poca calidad y con un vano de entrada muy angosto centrado en el muro corto orientado al Sur o al Este. En ocasiones llevan, exteriormente adosados, pequeños cubículos - borciles - posiblemente para cerdos, dobles muros y huecos de saneamiento en la pared cimentada contra el terrazo.

La tablazón, como es natural, no se nos ha conservado en ningún caso y, aunque en varias ocasiones se observan restos de lastras de cubierta entre las ruinas de las cabañas, su ausencia en otras permite sostener lo que nos informan las fuentes escritas:la existencia de techumbres de tabla. Más problemática reseulta la identificación de ambos modelos, casa-habitación y cabaña, como elementos complementarios de la explotación pastoril. Relativamente sencillo parece asimilar las construcciones de Castromorca con las casas-habitación de un único piso, por la entrada centrada, la altura de los restos murados, el volumen de los derrumbes y las demás características expresadas. Pero, en este caso, ¿ dónde se hallan las cabañas para el ganado de estos vecinos ?. En Castromorca no se pueden diferenciar los dos modelos y habría que sospechar la construcción de los establos fuera de la barriada, cosa que consideramos improbable. Por la tendencia a las plantas reducidas y cuadradas las cabañas citadas en Lastrías, Covachos, El Rostro y el Alto de Peña Negra, además de la derruida de El Herbero, pudieran ser otras casas-habitación. Ello nos llevaría a pensar que algunas arcaicas construcciones cercanas a las mismas, más rectangulares y con dos plantas, fuesen los establos indicados. Pero no resulta sencilla esta reducción.

Si hemos de atenernos a la documentación, es a partir de la carta ejecutoria de 1586, consecuencia del pleito con Santibañez de Carriedo, cuando los pasiegos van cercando el común, aumentando tales cercamientos a costa de la tala de arbolado y de las rozas. A la vez se van construyendo las cabañas en ellos o junto a ellos. Estos edificios, se deduce, eran levantados con materiales locales: Piedra, barro y madera. De la Escalera describe los espinosiegos, entre los que contaba también los de Pas, de esta manera:

"... están fabricados, casi todos, de piedra sillería, otro de cantería, muy raros de ladrillo, así son muy fuertes y perpetuos. En Espinosa no hay casas continuadas en hilera, ni que formen calle, todas se labran aisladas..."

Habremos de creer que también existieran chozas ocasionales de construcción endeble, de pastores y carboneros. Algunas de las cabañas por nosotros recogidas y estudiadas pueden haber tenido su origen en tales fechas. Una parte de las mismas pueden ser fechadas por inscripciones grabadas en dinteles o sillares. La más antigua de éstas parece ser la de Estallo, con un escudo de armas fechado en 1518. Además tenemos la de Brenacabera de 1569 y la de El Pardillo en 1595. En el siglo XVII conocemos la fecha de las de El Rellano de 1626 y Bustiyerro de 1690. En la plaza de San Pedro del Romeral una casa lleva inscrita la fecha de 1692 y en La Alar otra cabaña vividora, con escudo de armas, se fecha en 1700. El problema que se nos plantea en esas construcciones es que, al haber continuado utilizándose, se han reformado en ocasiones posteriormente. Las dimensiones parecen haber sido reducidas, con tendencia a la planta rectangular - de 7 m. de anchura por 9 m. de longitud aproximadamente - y baja altura - 4 m. en el cumbre - que bien pueden entrar en el tipo que Ortega define como cabaña-establo. La relación constructiva con las edificaciones del tipo de Castromorca viene por las puertas angostas y rasgadas, la casi total ausencia - salvo arreglos - de ventanos, la anchura de muros y sus aparejos. Sin embargo, la diferencia básica es que estas construcciones están relacionadas con el fenómeno de los cercamientos documentados en el valle de Pas, villas de La Vega y San Pedro, en los siglos XVI y XVII, como hemos indicado.

Existen otros edificios cuyas fechas originarias de construcción creemos pueden corresponder, por diversos motivos, a estos momentos. En La Poza de Resconorio, hay una cabaña que conserva un escudo de armas con cinco flores de lis, dos estrellas de cinco puntas y una caldera que, por su tipología, bien puede remontarse incluso al siglo XVI, aún cuando el edificio actual es claramente posterior.

Otras edificaciones, por sus caracteres constructivos, se relacionan con las antedichas, pero, por su situación orográfica y espacial, en el centro de las fincas, pudiera tratarse de primitivas cabañas de brena con cercamientos posteriores. Nos referimos a la ya citada de El Herbero y a las de Cacerneja, El Hoyundo, El Sillar, La Lama y La Tajada. Todas ellas con plantas reducidas, aparejo de mampostería a canto seco, vanos angostos y de dos plantas. Algunas de éstas tienen tendencia a la planta cuadrada.

Resumiendo y retomando la exposición, consideramos, por tanto, la contemporánea existencia de cabañas de brena previas a ninguna cerrada, que parecen predominantes o más presentas en las zonas altas de la divisoria montañosa y término de Las Machorras; y de las cabañas con cercas en torno, o adosadas a la misma, más extendido en el propio valle del río Pas. Por supuesto, el nuevo sistema se extiende con relativa rapidez a todos los Montes de Pas. En pleno siglo XVIII, en el alto Cerneja, aún se mantenían los antiguos usos, pero a finales del mismo ningún área de estos montes los conserva. Se ha llegado ya a una total imposición práctica del pastoreo intensivo.

En el estado actual de la cuestión podemos intuir que a partir del siglo XIV, recordando el privilegio enriqueño, se formarían las primeras casas-habitación en los Montes de Pas para el pastoreo particular de los vecinos de la villa de los monteros, en un principio estacionales, y experimentando el modelo de las brenas de la divisoria a partir de los chozos pastoriles de los seles. En un momento que podemos centrar aproximadamente en torno al último cuarto del siglo XVI, y en algunas zonas de la cuenca de los ríos Pas y Troja se da el paso decisivo, siguiendo en esto la tendencia general en el área cantábrica, hacia la ocupación, mediante pared cerrada, de terrenos anteriormente comunales.

Conviene, antes de seguir adelante, reflexionar sobre las características tipológicas de estas primitivas construcciones pastoriles pasiegas:

A. La planta es siempre rectangular, de esquina viva, y de dimensiones reducidas. Existen plantas circulares en los corrales de Castromorca, en este caso la tradición constructiva que los mismos representaban, se perdió con ellos. Esta tradición es la misma que los chozos circulares de los puertos occidentales de la región o de las construcciones populares con esquina redondeada o claramente aboceladas de los valles de los ríos Saja y Besaya. Quizá aquellos "bellares" de los puertos de Sejos y Palombera sean su más exacto paralelismo formal y funcional.

B. El aparejo es, en todos los casos, de mampostería muy irregular, dependiendo del tipo de piedra local a utilizar. El de mayor irregularidad es el aparejo de piedra caliza. Existen muchas construcciones armadas a canto seco, en muros de hasta 0,70 m. de anchura, por el sistema de doble paramento con cascajo de relleno y, cada cierta distancia, una traba o piedra pasadera que reafirma el muro y evita su apertura. Este sistema de traba no suele utilizarse en los adosamientos. En ocasiones existe aparejo que puede considerarse ciclópeo por el gran tamaño de las piedras. En este caso los enormes cantos sirven principalmente para cimentación, muchas veces sin buscar la roca firme, esquinales, trabas y vanos. El aparejo referido se utiliza sobre todo en la zona del río Lunada y en el alto Trueba y aledaños, todas ellas zonas calcáreas. Exsiten algunos casos en los que no se percibe la utilización de trabas, quizá porque el mampuesto de exfoliación areniscosa sea más estable, como en Castromorca y Covachos. También se concocen casos en que el aparejo es cohesionado con barro o mortero local a base de tierra, mejor la arcillosa, y agua; pero siempre se usa en cantidades muy reducidas y generalmente el mortero resulta de mala calidad. En estos casos, el barro se destina al relleno del cascajo, al encamado de las hiladas y al rejuntado.

C. Los entramados son de madera y, por ello, no se han conservado en ningúan caso. En el pleito citado con Carriedo se habla de la corta de árboles para edificar. Hemos, por tanto, de suponer una cubierta a dos aguas, que se adpta bien a la planta rectangular y es la más sencilla, con un sistema de par e hilera, cabrios y viga cumbrera. La tablazón se destinaría a los tillos, en los casos de cabañas con dos suelos, y a las oportunas separaciones de cuartos. No se puede, en modo alguno, descartar, en esta última función, la utilización de seto o vergonazo.

D. Los vanos son de gran angostura. Los de acceso, las puertas, rondan los 0,80 m. de anchura por 1,20 de altura. Existen dos predominantes maneras de configurar estos vanos para las puertas. El menos específico no era sino ir dejando la anchura conveniente de separación conforme se iba armando en torno, reforzándo lo que luego serán jambas con piedras mejor escuadradas o más grandes. Esta manera se reconoce en la mayoría de los casos que estudiamos; la otra consiste en configurar el vano por un sistema propio. Esto se logra de dos formas, bien utilizando largas y anchas piezas de piedra como jambas monolíticas en un vano, por tanto limitado por cuatro piedras, dintel, solera y jambas; o bien alternando estas piezas verticales - agujas - con otras grandes piedras horizontales - tranqueros - que se colocan desde el aparejo del muro sobre las anteriores. Si se profundiza en los dos últimos sistemas que hemos señalado vemos que responden a un mismo esquema formal. Se comienza colocanto la aguja sobre la solera y, en el caso en que la altura no alcance la esperada, al llegar el aparejo a su altitud máxima, se sobreelevará la jamba con un tranquero o varios. Los ventanos son los mínimos para ventilación por lo que en el interior se produce una penumbra permanente. Se realizan por el sencillo sistema de enmarcar con dos losetas o piedras verticales sobre las que va su propio dintel. Algunos son abocinados hacia el interior.

E. En ocasiones las construcciones llevan adosamientos exteriores de variada tipología y características. En primer lugar hay adosamientos funcionales como los dobles muros y los huecos de saneamiento. Los primeros se arman siempre a canto seco y constituyen un refuerzo contra los temporales de agua y nieve que azotan estas brenas, y los segundos son un eficaz sistema para evitar las humedades consecuentes. Esto último se puede apreciar en numeroso lugares altos - Castromorca y Covachos entre ellos - y se realiza mediante socavación de una zanja paralela al muro largo que confronta la pendiente con el fin de alejar las humedades del suelo y crear una cámara de aire y un canal de salida de las aguas del terreno. Entre la parte superior del terrero y el muro se colocan, oblicuamente apoyasas en éste, una serie de losas o lastras que cubran el hueco y permitan expulsar el agua del gotereal. Esta lastras muchas veces se recubren de céspedes y quedan ocultas. Las zanjas recorren todo el muro y vienen a salir a la fachada, gweneralmente bajo el acceso al payo, en donde se convierten en una especie de cuvío, apto para refrescar y conservar alimentos, al que se entra por un vano reducido junto a la puerta de la cuadra. Otros adosamientos muy comunes son los cubículos o diminutos cobertizos, generalmente adosados a los lados de la puerta de entrada o en algún muro lateral. Sus paredes, de mampostería a canto seco, son de menor anchura que la construcción praincipal - 0,50 m. aproximadamente - y se cubren con techumbre de losas con alguna inclinación hacia afuera para verter aguas. El vano de entrada se realiza de igual manera que los descritos para la casa, aunque, por su menor tamaño, suelen formarse con jambas monolíticas, una de las cuales se adosa al muro del edificio principal. En algún caso puede identificarse este cubículo como un primitivo borcil o cobertizo para los cerdos. Los adosamientos tienen un carácter siempre conforme con su término, pues nunca se imbrican los muros sino que se arman independientemente.

F. Los materiales son, con exclusividad, los locales. Pero locales en el sentido de que se utilizan solamente los que se obtienen del medio más inmediato al lugar. Las canteras de piedra no suelen estar a más de quinientops metros, las de lastras pueden estar a mayor distancia, el barro se extrae de las propias zanjas de la cimentación o de no más de cien metros y la madera se consigue de los sotos más próximos. Esto lleva a una atadura respecto de los materiales que hacen parecer diferentes la edificaciones según las zonas, cuando obedecen a un mismo tipo de aparejo y factura. Así, la zona de calizas urgonianas o supraurgonianas diferencia las cabañas comprendidas entre el Colladío del Pardo y La Imunía, Las areniscas exfoliables supraurgonianas definen las construcciones de La Sía y Cacerneja, y las areniscas variadas de la facies Weald las de San Pedro del Romeral y La Vega de Pas. Las areniscas wealdenses ofrecen una facilidad de labra que no poseen los demás materiales, y las supraurgonianas dan las mejores canteras de lastras para techumbre de la comarca. Pensamos que no resulta casual el que las únicas inscripciones epigráficas se encuentren en la zona de Pas y Troja, ya que el tipo de material facilita la realización de las mismas.

Concluyendo, a finales del XVII y comienzos del siglo XVIII, encontramos cabañas y fincas como las aquí descritas desde las sierras del río Cerneja por el Este hasta las de la Matanela, Brenagudina y Gusparras por el Oeste, alcanzando por el Norte el Somo de Llen de Guarda y el de Noja, así como los altos del macizo de Porracolina.

Un fenómeno complementario a lo expuesto, que se inicia ahora pero que tendrá una enorme continuidad, es la trashumancia pasiega estacional entre las zonas altas de Espinosa de los Monteros y Soba hacia Trasmiera en invierno. El sistema no se practica al Oeste porque la falta de ocupación previa del fondo del valle permite allí establecer la invernada, en la zona de las Tres Villas, mientras que los hondales de Soba, Ruesga y Trasmiera tienen antiguas poblaciones; y que por eso se asemeja a otros nomadeos cantábricos como los de los pastores vaqueiros asturianos.

A la par, y como consecuencia del éxito del sistema, se produce un incremento demográfico. Fácilmente, y pese a que las cifras extraibles de la documentación no son sino aproximativas, nos daremos cuenta que entre 1632 y 1753, algo más de un siglo, la densidad ha aumentado perceptiblemente en los valles y montes habitados por la comunidad pastoril pasiega. Esta auténtica colonización del espacio interno queda bien reflejada, finalmente, en el mapa de López y Vargas de 1774, en el cual, además de las tres villas pasiegas, se indican los núcleos de Aldano, como perteneciente ya a su jurisdicción, Resconorio en Toranzo y Valdició y Calseca en Soba. Y, sobre todo, se señala con el término "Las cabañas de Pas" el valle de ese nombre, y aparece bajo el epígrafe "cabañas de pastores" la comarca de los Cuatro Ríos pasiegos de Espinosa. La ocupación de los espacios intercalares se puede dar por realizada en sus líneas fundamentales.

La cristalización del nuevo y original modelo ya ha sido situada, por Ortega Valcárcel en este siglo XVIII o en el siguiente. Por nuestra parte consideramos que la misma se produce, sobre todo en lo edificatorio, en el siglo XVIII y principios del XIX; siempre teniendo en cuenta las diferencias locales en cuanto a cronologías. Se generaliza entonces el pastoreo intensivo con praderías cerradas junto a la cabaña. Desde un punto de vista arquitectónico no se perciben y, salvo algún resto en zonas alejadas conmo el río Cerneja, suficientes ejemplos reseñables de las antiguas cabañas exclusivamente para vivienda de los pastores. En estos momentos sucede la simbiosis completa de la casa-cabaña, pese a que no todas las cabañas tengan acondicionamientos para habitación. Es decir, encontramos ahora dos modelos por lo que se refiere a los repartimientos interiores, la que posee lar y cuartos y la que no los tiene. En estas últimas podía pasar temporadas algún miembro de la familia para atender los ganados en ciertos casos.

Los documentos sobre prendadas señalan con claridad el mantenimiento de un importante número de animales en los pastizales abiertos. Sin embargo, no conviene olvidar que este pastoreo en la sierra se practicará ahora desde los asentamientos en casa-cabaña de los valles, sin necesidad de chozas para la vivienda estacional; así podemos suponer en el caso de los pastores de Rionela. Había ganados, incluso estabulados de noche, que se mantenían en los pastizales abiertos próximos a las cabañs, aún cuando estas poseían su pradería cercada. Este último sistema es el que todavía es posible ver en los Montes de Pas.

Las cabañas con cercadas "en anillo" se convierten en un esquema generalizado de ocupación y explotación del espacio, en este siglo XVIII, a lo largo y ancho del territorio considerado. La última zona con pervivencias de los sistemas anteriores fué la ya comentada de Castromorca, con población al menos hasta 1762. Vamos a situar ahora con mayor aproximación las gradaciones pertinentes de este proceso de expansión interna.

Está bien documentada de formación del modo de vida y de la finca y la cabaña pasiega en el alto Pas a lo largo del siglo XVII; proceso que hubo de continuar hasta un momento anterior a la realización del Catastro del Marqués de Ensenada a mediados del XVIII. En él se puede comprobar como la mayor parte de las propiedades tienen su cabaña en ellas, y en alguna ocasión más de una. En su caso se hace referencia a edificaciones idénticas, pero habitables, con las expresiones: "... en la cual vivo...", "... me sirve para vivir...", "... donde habito...".

En San Roque de Riomiera y barrios pasiegos de Selaya la situación resulta similar hacia la misma época, como se desprende de las noticias del Catastro. En San Roque lo propio es tener una morada semipermanente con "cocina, pajar y caballeriza" y otra solamente con "pajar y caballeriza". Cuando se refieren a las primeras emplean también la expresión: "... la de mi contínua habitación..." con lo que señala la presencia de hogares permanentes. De todas maneras cabaña y prado son ya inseparables, es la "finca". Esto se puede aplicar con igual exactitud a Los Barrios, es decir al concejo de Valdició y Calseca, al oriente del río Miera.

Selaya aparece como un término en gran medida pasieguizado. En los propietarios de origen pasiego se indica esta circunstancia que les diferencia de los demás, lo cual viene a mostrar un fenómeno de intrusión ocupando los pastizales quizás comenzado y desarrollado en el siglo anterior. Las zonas de Pisueña, Bustantegua y Campillo tienen completada su pasieguización a base de prados y cabañas, y se aprecia una mezcla con el sistema tradicional en las áreas bajas próximas al núcleo de Selaya.

La situación que recoge el Catastro en otras zonas de los Montes de Pas, como Resconorio y Las Machorras, no resulta tan clara. Concretamente en Resconorio cada vecino tiene una casa y varios prados segaderos, con alguna tierra. La casa suele estar en la finca, aunque no siempre. El tipo de casa es menos homogéneo, con presencia de edificacioines que semejan el tipo pasiego. Da la sensación de que la pasieguización está apenas iniciada y muy mezclada con sistemas anteriores. Así, los pleitos de Toranzo con Valdeporres indican dicha coexistencia en 1747, recogiendo el pastoreo extensivo de ganados comunales con pastor y citando también cabañas, en concreto en Celadía, término de Valdeporres.

Por tanto afirmamos que la cristalización del sistema pastoril pasiego, y con él de su más característica construcción, se produce antes de mediado el siglo XVIII en las Tres Villas de Pas y después, en torno a la segunda mitad del siglo, fuera de ellas. Ortega Valcárcel sostiene, en estesentido, que los sistemas de explotación previos se mantenían en la zona de Espinosa, pues, en las Respuestas Particulares para el mismo Catastro, vemos que existen edificios de dos suelos, para cuadra y payo, y también de un solo suelo para habitación. Además añade que la reconversión de los dos tipos en uno no culmina hasta el siglo XIX.

Pero vamos a detenernos en los datos contenidos en el Catastro del Marqués de Ensenada de 1753. En las villas pasiegas se percibe el predominio casi absoluto de la cabaña con planta rectangular, con dos suelos. Solamente existen algunas de un piso, pero no habitables. Se trata de las primeras noticias del cabaño para cuadra como veremos. Por otra parte, son corrientes las particiones del edificio, o el uso mancomunado del mismo, con otros vecinos. Como excepciones conocidas debemos citar la existencia de una cocina, no en el piso alto como suele, sino adosada o "arrimada a dicha cabaña", lo que no significa necesariamente una habitación en el piso bajo. Un cabaño se describe en San Pedro del Romeral como:

"... otra misma choza mancomunada con la dicha casa una braza de alto de fondo tres brazas su ancho braza y media se compone de suelo para recoger ganados pequeños una parte del año..."

Su función, como se ve, es la que suponemos para las construcciones de planta semicircular en Castromorca.

También se recogen citas acerca del borcil adosado en San Pedro del Romeral con estas descripciones:

"Otra casa en el prado (Bedular)... Y su buil (sic) para ganados menores pegado a ella..."

"... (junto a una cabaña de dos pisos) tengo un borcil para cerdos en el arroyo y ejido real..."

En las casas para habitación no es rara, además de la cocina, la presencia de otro local, cuarto, para dormitorio. Las primeras citas a colgadizas también proceden de este Catastro:

"... tengo una cabaña en que bibo en el sitio de los Corrillos... por el ábrigo (Sur) con colgadiza de las cabras..."

"... un cubierto de casa confinante a la principal de su habitación que sirve para meter el ganado el que tiene de alto tres varas lo mismo de ancho y de fondo ocho..."

No pasaremos por alto las ocasionales citas de edificios con techumbre de tablas, muy poco numerosas y, generalmente, reservadas a peores construcciones muchas veces ya en ruina:

"Tengo una cabaña de tabla... está arruinada del techo su largo cuatro brazas alto seis pies y el techo que sube en deminución sirbe lo mismo que las antecedentes (recoger hierba y ganado parte del año)"

"... y media cabaña de tabla en dicho sitio (Pradolacasa) inutil..."

"Otra de tabla en dicho sitio (Lindajo) y distancia..."

"... y en medio una cabaña de tabla destolejada, sin techo..."

Fuera de los términos propios de las Tres Villas conocemos otros casos de cabañas de tablas. En Pisueña, lugar de La Lama:

"Otra casa cabaña cubierta de tabla le corresponde la tercera parte..."

Estos datos, y otros más que se encuentran en dicho Catastro, apoyan el documento que aporta Ortega Valcárcel sobre la existencia de techumbre de tablazón en los Montes de Pas durante el siglo XVII. De hecho son las últimas noticias que conocemos de sus pervivencias, ya que en este momento casi todas se techan con lastras.

El que ya podemos denominar modelo constructivo pasiego resulta, de la consulta del citado Catastro,una cabaña o casa-cabaña, según el caso, con dos suelos, el bajo para "caballeriza" o cuadra y el alto para payo o pajar, cuya altura en el cumbre se ajusta a unas medidas aproximadas de 10 a 12 pies, una anchura de fachada de 16 a 18 pies y una longitud o fondo, de mayor variabilidad en sus posibles medidas y por ende más ajustable al número de cabezas y a la producción de heno en la finca, que pudiera estar entre los 20 y los 30 pies. En algunas de ellas, las vividoras de aquel tiempo, existían cocinas de lar y, con menos frecuencia, cuartos para los lechos. Pese a que hay continuas referencias a la habitabilidad de todas ellas, generalmente se mencionan cocinas en una de las que declara cada vecino, la de "su contínua habitación". Suponemos la existencia de la muda de ganados pero no tanto la de personas que, más bien, se reduciría a algún miembro de la familia en la época oportuna para el aprovechamiento ganadero; las descripciones de este fenómeno son variadas:

"... y me sirve el bajo de recoger ganado en el verano y el alto sirve de recoger yerba y abitan en verano gente de mi casa que guarda mi ganado..."

"... sirve para entrar yerba de dicho prado y ganado en tiempo de verano cuatro meses y personas que lo guardan de mi casa..."

Es decir, las mudas, tal y como hoy las entendemos, no eran algo tan habitual, sino realizadas únicamente para traslados a medias - de San Pedro a La Vega o de Las Machorras a las Tres Villas - o a largas distancias, como Pas-Carriedo, San Roque-Cudeyo o Las Machorras-Ruesga, Voto o Cesto.

Dentro del modelo expresado, hay diferencias que vienen dadas fundamentalmente por el estatus socioeconómico de sus constructores. Autores como García-Lomas y González Echegaray han manifestado que la población pasiega estaba compuesta por hidalgos nobles. Desde luego su condición económica era de campesinos con pocos medios, pero no pagaban impuestos directos. Sin embargo, durante el siglo XVIII, los documentos señalan una diferenciación socioeconómica entre la mayoría de los habitantes de estos montes, hidalgos pobres, y una minoría con mayores medios económicos y una condición y relevancia social más altos que se manifestaban en sus calidad de funcionarios reales - escribanos sobre todo - o de clérigos beneficiados de las parroquias y ermitas. Tales diferencias se muestran en las edificaciones que realizan en estos momentos.

Comenzaremos por estudiar las características de los principales tipos constructivos, siempre dentro de una gran homogeneidad, que pueden datarse en este siglo XVIII o como perduraciones. Son, por tanto, las edificaciones pastoriles más generalizadas entre los hidalgos pobres.

Del estudio y observación de las cabañas catalogadas se deducen diferencias marcadamente locales en la cabaña pasiega de este siglo. En la zona de la cabecera del río Luena, o arroyo de La Magdalena, y medio y alto valle del río Troja, advertimos una serie de características comunes, en cuanto al tipo constructivo, que nos hace considerar la existencia de una tipología única. Se trata de cabañas de buena mampostería, más bien sillarejo, armadas con barro, planta en torno a los 10 m. de longitud por 6,50 de anchura, puertas angostas y rasgadas, pocos y diminutos ventanos y fachadas en muro corto perpendicular al caballete de la techumbre, y orientadas al Sur o al Este. En general el acceso es directo por el terrazo, o con algún escalón de piedra, y las puertas se encuentran contrapuestas en la fachada.

De este tipo son varias cabañas, bien fechadas por inscripciones entre 1718 y 1763, del cabañal de Brenagudina. La piedra, al ser arenisca de buena calidad permite un trabajo de cantería que no sólo se extiende, a base puntero, en los vanos y esquinales, sino también al aparejo. El tipo de trabajo consiste en regularizar las piezas líticas a base de golpes laterales que marcan incisiones paralelas separadas unos tres centímetros. se trata de una técnica de cantería corriente en el Cantábrico desde la Edad Media. Los vanos de acceso se logran por la colocación alterna de agujas y tranqueros, y los dinteles son muy regulares mientras las soleras tienden a ser losas poco trabajadas. En algún caso los vanos de acceso defienden los marcos de las puertas de madera con un débil esconzado, que se atestigua ya en 1728. Utilizándose el barro en poca cantidad, y elaborado únicamente con tierra y agua.

No muy distintas resultan las cabañas, fechables en este mismo periodo, de Resconorio y Carrascal de Cocejón, en concreto la de Las Suertes inicia ya los esconzados en 1723. Las de Resconorio se fechan ebtre 1720 y 1761, en una zona que comprende desde La Matanela al Encalao. Las características son las indicadas para Brenagudina, pero aquí el sillarejo es claro, e incluso en algunos casos podría denominársele sillería, por la gran regularidad. En ciertas ocasiones el barro es de mejor calidad, quizá con algo de cal añadida, pero siempre en poca cantidad. Las trabas pueden aparecer resaltantes al exterior y labradas, lo mismo que una solera que se coloca sobresaliente para apoyar en la delantera la viga mayor del caballete del tejado. El trabajo a puntero es simnilar al de Brenagudina, pero aquí éste tiende más a realizarse en varias direcciones.

Cabañas de estas características se encuentran con mayor o menor frecuencia, muchas veces con ampliaciones o modificaciones posteriores, en los cabañales de La Sota, Brenacabera, Bustafrades, Bustiyerro y Vegaloscorrales, además de los ya expresados.

En la Vega de Pas hay algunos ejemplos de cabañas de la segunda mitad del XVIII fechables por inscripción grabada en la sobrepuerta, en 1773 y 1782. En concreto estas dos cabañas se encuentran en El Andaruz. Su tipología constructiva es la indicada para Troja, con las siguientes y significativas diferencias: la labor del puntero se reduce al sillarejo de esquinales y vanos, el esconzado de las jambas es norma general y se constata la presencia de posaderas.

Otro tipo se halla muy generalizado en las zonas de altura y laderas de las estribaciones que conforman las cabeceras de los ríos Pas, Viaña, Yera y Pandillo. Se encuentra con regularidad, a veces remodelado, en los cabañales de El Cuadro, La Posadía, La Guinea, Peñalashazas, El Cuvío, El Rostro, La Vara, Monturmías, El Sillar, Estallo, Barriolatorca y Gamonal. Los rasgos comunes de esta cabaña de brena son, en general, sus reducidas dimensiones, las fachadas en el muro corto con acceso directo al payo por el terrazo, o con algún tipo de escalera exterior, y puertas rasgadas y vanos de reducidos tamaños. En ocasiones, cuando la piedra lo permite, existe una tendencia a armar con sillarejo. Es corriente que el edificio posea doble muro, a canto seco, en la trasera o en la gatera y hueco de saneamiento contra la pendiente. Por lo demás este grupo vegano recuerda al de Brenagudina, y quizá sea contemporáneo originalmente. Desde luego, dado su éxito por laadaptación al sistema pastoril específico de Pas, tiene una gran pervivencia, al menos hasta 1819 como se puede comprobar en la cabaña fechada por inscripción de El Sillar.

Un tipo singular, ya conocido por la documentación, resulta el cabaño. Su función ya ha sido establecida, pero la fechación de los cabaños que hemos estudiado no es fácil ya que sospechamos su pervivencia hasta nuestro siglo con caracteres idénticos. Los encontrqamos en los mismos cabañales antedichos, distinguiéndose por sus menores dimensiones y, claro está, por no poseer más un suelo, para cuadra. Generalmente carece de postes de sustentación, mientras que en las cabañas suele haber uno o dos poyales. En estas construcciones el aparejo está menos cuidado, siempre en mampostería, y perdura más la obra armada en seco.

En las cabeceras del río Miera, término de San Roque de Riomiera y concejo sobano de Los Barrios, las informaciones extraidas de la documentación se ven confirmadas por las construccioines que consideramos de este periodo cronológico. Lamentablemente no contamos hasta ahora con cabañas con inscripción que permitan una exacta fechación, pero por paralelismo con los tipos ya estudiados podemos aquilatar su cronología. Se aprecian dos zonas cuyas diferencias constructivas no son tipológicas, sino que vienen dadas por la piedra de construcción. Al Suroeste, entre El Mojón y Lunada la arenisca es de mala calidad para cantería y se usa entremezclada con caliza, para el mampuesto, muy irregular. El Carcabal hay un grupo de cabañas de buena arenisca, con sillarejo, que recuerda bastante al definido para el valle del río Pas. El resto de la cuenca fluvial es básicamente de calizas y, en este sentido, los cabañales de Valdició y calseca resultan paradigmáticos. Los mampuestos son extraordinariamente desiguales, armados con abundante mortero aglutinante, y la labra de jambas, dinteles y chaparrincones resulta dificil y no está conseguida suficientemente. Incluso es raro el esconzado por esta razón, ya que exige un trabajo adecuado en las jambas. La labor del puntero se realiza con mayor número de golpes y con tendencia al punteado. El material lítico no es muy manejable para el constructor e impone su rudo aspecto. La gran irregularidad del mampuesto, como vemos, domina en la apariencia de la cabaña sanrocana. Por otra parte, también en sus zonas altas, constatamos la presencia de cabaños para cuadras, como el de La Brena, de incierta cronología.

De algunos de los cabañales, entre los que se encuentran las cabañas por nosotros tomadas como base de estudio, tenemos datos documentales. Así, en el tan nombrado Catastro, se recogen cabañas de Bustalegín, Bustiyerro, Vegaloscorrales, El Rellano, Bustafrades, La Alar, La Sota, Brenagudina, Brenacabera, Vegalosvaos y La Peredilla, entre otros de la villa de San Pedro del Romeral. También cabañas de Vegamerilla, Coburco, Casalunada, La Cotera, El Toral, Bernayal, Las Suertes y La Tajada de la villa de Rumiera. Desde luego la identificación de tales edificacfiones con las nuestras resulta problemática ya que, dejando a un lado que la descripción es muy somera y poco determinativa, las medidas son aproximadas y caben ampliaciones y reformas posteriores difíciles, muchas veces, de diferenciar. Sin embargo, sí se percibe a través de dichos datos la ocupación, con cabañas y prados cerrados, de tales lugares en dicho siglo.

Pasemos ahora a la zona de los Cuatro Ríos de Espinosa, que tanto tuvieron que ver en el origen del sistema pastoril pasiego y que, en estos momentos, reciben el reflujo de la cristalización de tal modelo desde las Tres Villas.

En primer lugar resulta necesario señalar que casi toda la comarca pertenece a suelos donde la roca caliza es dominante, lo cual determina el uso de mampuesto muy irregular. Como excepciones las áreas de Bustrolama, El Hoyo y La Incera, en la cuenca de Rioseco, con areniscas aceptables para el labrado, y el alto Cerneja y La Sía, donde dominan areniscas exfoliables y duras difíciles de trabajar pero fáciles al aparejo y que ofrecen el mejor material para techar de la comarca. En este sentido hay que indicar las canteras de lastras de Picones, cerca de Cacerneja y El Cuivo. No es, por tanto, casualidad que las únicas muestras de inscripciones labradas de este siglo procedan de La Cruz y Bustrolama; ambas datadas en la segunda mitad del XVIII.

En Bustrolama, antigua Bustalalama citada por De la Escalera como terreno de montes y caza en el siglo XVII, se encuentra una cabaña fechada en 1763, con 7 m. de anchura por 11,50 m. de longitud, de mampostería armada con barro y fachada en muro corto con escalera lateral y patín, así como posadera. Conviene advertir que la techumbre y el muro, o gatera, de arriba han sido reformados muy posteriormente. Los vanos son ya esconzados, con huecos o tejuelos para el gozne de la puerta de madera. Menos reformas, salvo la techumbre, tiene la cabaña de La Cruz de 1785. Sus características más importantes son el aparejo de mampostería, de caliza y arenisca con mortero, y vanos de acceso para puertas rasgadas en la cuadra y leve esconzado - mínimo rebaje - la del payo. A destacar sus 10 por 7 m. de planta, la labra a punteado en el dintel, jambas y esquinales, y la manera de levantar las jambas que la relaciona con construcciones más arcaizantes de gran arraigo en la zona. Encima de la solera se levantan dos largas agujas sobre las que se disponen otros dos pequeños tranqueros horizontales que sirven de apoyo al dintel.

Conocemos un gran número de edificaciones que tienen esta tipología, pero sin inscripciones o elementos que ofrezcan cronologías absolutas. No obstante hay referencias documentales a dichas construcciones en textos escritos. Los continuos apeos y deslindes de Espinosa y Soba nos brindan datos de su existencia en la primera mitad del siglo XVIII. Además de las citas de Castromorca, aún habitado, en la zona del río Cerneja, encontramos nombradas cabañas en La Cubilla, Covachos, El Herbero, Los Cubillos, El Avellano, Juanlucía y Cacerneja. Dos cabañas "con su cerrada de pradera" había en La Cubilla cuando la vista de ojos que se realizó en 1731. Los visitadores y amojonadores continuaron:

"... hasta llegar a otro sitio donde se encontraron diferentes caserías y cerradas de praderías a la mano derecha desde dicho camino cuyo sitio dijeron llamarse de Covachos..."

En el cabañal - hoy, al igual que otros de esta zona, muy abandonados - nos encontramos edificios de dos suelos, obra de mampostería armada con barro, fachadas con patín y huecos de saneamiento con cuvío bajo el acceso al payo. Se constata alguna fachada en muro largo paralelo al caballete del tejado, pero se debe a que es cabaña adosada. de interés son los vasares u hornacinas internas en los muros.

En la continuación de la vista se nombran diversas "caserías y cerradas de pradería" en El Herbero. En este lugar hay cabañas cuyos paramentos tienden más al sillarejo, mientras las demás son de mampostería. Aquí nos encontramos una cabaña adosada a un cantil rocoso, por tanto con tres únicos muros, con entrada a la cuadra por un vano, para puerta rasgada, muy angosto, que tiene interés también por que parte de su material de la cantería se ha extraido del mismo cantil de arenisca exfoliable al que se adosa.

En la Brena del Acebalejo se hallaba en 1731 otra cabaña con prado llamada de Los Cubillos. Más arriba los avistadores llegaron a la sierra de Cacerneja:

"... en que se hallan diferentes caserías cerca de dicho arroyo hasta llegar a otro mojón... se hallan con sus cerradas de praderas..."

Aquí tenemos un interesantísimo cabañal cuyas edificaciones, en su mayoría, datan de este periodo. Son cabañas de dos plantas, reducidas dimensiones y vanos y escaleras exteriores con patín no muy amplio y posaderas en la fachada del muro corto, orientado de espaldas a los malos vientos del regañón y cierzo. El aparejo es de mampostería con leve tendencia al sillarejo, aglutinado con argamasa escasa, de tierra y agua, o armado en seco. También se puede ver ocasionalmente la loseta solera de la viga del cumbre. Algo más habitual son los muros dobles adosados y los huecos de saneamiento. Las jambas monolíticas se emplean corrientemente, cuando no con tranqueros diminutos sobre ellas.

El mismo documento señala la existencia de trescientas ocho "caserías" en la cuenca del río de La Sía, citando expresamente para el deslinde la de Tejas. efectivamente, en esta zona existen numerosos lugares con construcciones pastoriles de esta época, además de la señalada de La Cruz. Así podemos asimilar a esta tipología algunas cabañas de la Sequía, una derruida en El Cuivo, las de El Tejuelo y La Retorca - en ruina - y algunas de Elguero.

En la cuenca del arroyo de Lunada se habla, en este deslinde de 1731, de doscientas "casrías" y, en concreto, se citan las de Argumedo o Las Bernías y las "caserías con sus cerrados de pradera" en Lastrías. En Las Bernías y Lastrías existen cabañas similares a las de La Sía y Cerneja pero con más irregular mampuesto por la mayor presencia de las calizas. No son corrientes los ventanos y sí las posaderas; las jambas de las puertas tienen leves rebajes o esconces iniciados en algunos casos. Algo que conviene decir es que los accesos exteriores al payo, bien desde un rellano en el terraplén o por una escalera de piedra, se realizan con muretes a canto seco. En Lastrías puede encontrarse algún ejemplo de aparejo ciclópeo, como el cabaño con tejado a un agua, armado a canto seco y que aprovecha para cimentar un afloramiento rocoso. El mismo aparejo se observa en la cabaña arruinada de El Cuadro ya descrita. Estas dos edificaciones son difíciles de asimilar a una cronología exacta, pues su aspecto arcaizante nos podría llevar quizás al siglo XVII; sin embargo su asimilación, ya clara a cercados de piedra y la probable identificación de la de El Cuadro con las de "Argomedo" nos conducen más bien al XVIII.

Los cabaños son frecuentes aquí y existe otro en Las Bernías, de 5,90 m. por 5,65 m. de planta y 2,10 m. de alzado en el caballete. En este caso la puerta rasgada, que no está centrada, lleva sobrepuerta de madera y se arma con poco barro la mampostería. Dichos cabaños, sin duda, pudieran incluso ser realizaciones del siglo XIX.

Según los Repartimientos que se recogen en el pleito de las Tres Villas de Pas ya existían cabañas habitables, además de las referidas de Castromorca, Cacerneja, Carguero, Lastrías - un vecino - y Lunada, en Valnera entre 1749 y 1762, con varios vecinos. Entre estas cabañas constatamos al menos una cuyo aspecto, descontando la techumbre, pudiera corresponder a dicha época: planta de 8,18 m. por 6,40 m., aparejo de mampostería con barro, fachada en muro corto con escalera exterior y patín, posadera y con un poste con sustentación sobre peana. Las jambas de las puertas inician el esconzado y son de reducidas demensiones :1,20 m. por 0,79 m. la de la cuadra. En los cabañales de Lunada - El Campizón, Lusa, Tramasquera, La Rasa, Muidillo y Arredondo - son corrientes las edificaciones de la tipología señalada. Muidillo y Arredondo son las más interesantes en este sentido. En Muidillo existe una construcción casi cuadrada de planta - 6,15 m. de anchura por 6,50 m. de longitud - y de una alzado que sólo alcanza los 3,90 m. en el cumbre y los 2,90 m. en los aleros; y que lleva poste de sustentación sin poyal y el petral es de una sola pieza. El acceso es por escalera frontal, sin patín, al payo. Sus características se repiten en otra derruida y próxima. La segunda tiene jambas levemente esconzadas mientras que la primera no. Otras contrucciones semejantes se ven en barriada, es decir unidas por los hastiales, y entonces alguna de las fachadas ha de establecerse en alguno de los muros largos.

En la cuenca del río Trueba se nombran con vecinos, en este mismo documento, los cabañales de El Pardo, Bustalario, Fuente Cornejo, Pando, La Unquera, Fuenterrabiosa, El Curro, La Espina, Busmor y Henal. La mayor parte de la construcciones existentes hoy en Bustalario, Fuente Cornejo, La Espina, Fuenterrabiosa y Henal son más recientes, o han sido reformadas. Quizá la cabaña de El Curro, muy separada y con colgadiza, pudiera datar de fines de dicho siglo, al igual que buena parte de las cabañas de El Pardo. Nos podemos encontrar en Salcedillo con algunas de aspecto más arcaico y similares a las estudiadas, donde son habituales las escaleras exteriores y el pequeño patín.

En la pequeña cuenca del arrroyo de Rioseco - la más meridional de la comarca de los Cuatro Ríos pasiegos - las cabañas más arcaizantes parecen datar de este momento y, además de la ya señalada de Bustrolama, deben reseñarse otras del mismo lugar y de La Piluca. Son éstas de reducidísimas plantas, casi totalmente cuadradas sobre los 6 m., sin ventanos o con uno diminuto, con puertas angostísimas - 1,25 por 0,80 m. en una de Bustrolama - y rasgadas. Se puede percibir en un caso la presencia de cal en la argamasa. Como es corriente en las cabañas adosadas por el hastial, una de ellas tiene la fachada en el muro largo mejor orientado.

Concluyendo, y recapitulando sobre lo hasta ahora expuesto acerca de las cabañas espinosiegas durante el siglo XVIII, se observa:

- Plantas rectangulares de dimensiones reducidas, en torno a los 6,30 m. de anchura por 8,50 m. de longitud; con alzados poco airosos sobre los 3,80 m. en el cumbre.

- Predominio absoluto del mampuesto, ,a canto seco o armado con barro.

- Dos suelos, con excepción hecha de los cabaños.

- Pobreza de adosamientos, salvo los dobles muros y huecos-cuvío, en las cabañas de altura, y algún pequeño borcil.

- Fachadas en muros cortos o delantera bien orientada, salvo los casos de barriadas. En ellas son elementos destacados las puertas rasgadas, o con esconce apenas iniciado, y estrechas, con tendencia a situar la de la cuadra centrada bajo el caballete.

- Acceso externo al payo directo por el terrazo reforzado con murete o con escalera lateral o frontal. En el caso de que sea lateral es normal el patín.

- Materiales muy locales: piedra, barro y madera.

- Inseparable con su prado, generalmente a la cabecera del mismo con alguna corraliza.

Es necesario hacer referencia también a ciertos aspectos constructivos de interés en las cabañas de los Montes de Pas. Sobre todo en lo que se refiere a la techumbre, a las cocinas, y a los elementos de sustentación. Todos son problemáticos por la dificultad de hallar restos de aquel periodo, ya que los materiales, principalmente madera, no se conservan tanto tiempo.

Sobre la techumbre el Catastro de Ensenada nos informa de la de lastras como muy generalizada, aún cuando existían algunas que conservaban la de tablazón. Por supuesto no existe ya ninguna, pero es que ni siquiera podemos estar seguros de la antiguedad de las techumbres de lastras actuales, ya que esto es lo más continuadamente reformado de las edificaciones, prácticamente se hacen reparaciones anuales. Pese a todo, hemos de suponer la misma técnica de fabricación que ha llegado por tradición a nosotros.

Sobre el encamado de rozo se colocan las lastras, comenzando por las mejores, en el alero, que apenas sobresale del muro lo suficiente para verter en el gotereal, procurando que las superiores tapen las juntas de las inferiores, para lo cual se suelen utilizar tapajuentas o losas más pequeñas. Las lastras se calzan de manera que queden fijas. Finalmente, en el cumbre se colocan las lastras horizontales que cubran ampliamente el hueco y las juntas sobre el caballete, las que es preciso apoyar sobre calces, lateralmente. En este periodo, al menos en la zona de Las Machorras, no es corriente la colocación de losas como enrabaderos, para así conseguir mayor vuelo y separación del gotereal, sino que generalmente se calzan las losas del alero por debajo para que apoye en la gatera.

Los elementos de sustentación son los muros, sobre los que ya hemos hablado y de aproximadamente 0,60 m. de anchura, y los postes sobre poyal en número reducido - uno o dos - , dada la longitud o fondo del edificio. Sobre ellos el petral, a veces de una pieza, que sustenta todo el piso alto; en éste, pegado al muro de la fachada y generalmente en el lado sobre la puerta de la cuadra, se dispone el lar en contadas ocasiones. En las cabañas éste es simplemente unas losas sobre las cuales se enciende el fuego y no se dispone de salida de humos.

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Pasiegos y no pasiegos de la zona oriental de Cantabria, así como de las Encartaciones vizcainas y montaña burgalesa, realizarán hasta la década de los sesenta una contínua roza del comunal, ya con pocas o nulas resistencias, para la obtención de cierros o praderías artificiales cercadas. En las zonas pasiegas o pasieguizadas estos cierros llevan aparejada la construcción de cabaña. Ahora numerosas fincas nuevas surgen en las zonas aprovechables de Toranzo, Cayón, Carriedo, Cudeyo, Cesto, Voto, Ruesga, Soba, Ramales, Rasines, Carranza y lugares aledaños. En la mayoría de las ocasiones junto al prado se levanta la cabaña pastoril que, en gran medida, reproduce el modelo tradicional pasiego, aunque sus constructores y propietarios no sean de ese origen. Sin embargo, la cada vez más notoria especialización en el vacuno holandés, la "pinta", determina la adecuación de los espacios internos a esta explotación y consiguientemente la desaparición de la colgadiza en las nuevas edificaciones.

Al no ser una ocupación propiamente pasiega al modelo de cabaña se incorporan elementos impropios. La teja curva, con notable éxito, sustituye a las cubiertas de losas. Por supuesto con colocación de hileras de piedras o lastras para evitar el corrimiento de este material ligero por el viento. Los aleros se hacen más pronunciados y tienden a sostenerse ya con un sistema de canecillos sobre las soloeras de madera; por lo que el gotereal se halla más alejado del cimiento del edificio. Como la muda no es propia de muchas de estas gentes, en la práctica su función se ve reducida a invernal para el ganado, pese al origen evidente en el modelo cabañero de los Montes de Pas. Muchos de estos factores y elementos constructivos tendrán, con posterioridad, un avance sobre las zonas netamente pasiegas por su adecuación a una sociedad industrial y comercial que ahora se manifiesta con fuerza en esta apartada comarca.

La expansión del modo de vida pasiego, que había sido una constante en los siglos precedentes, se detiene. Las nuevas ocupaciones lo serán sólo de espacios internos en las viejas zonas colonizadas. Manuel de Terán nos sitúa los límites del modo de vida pasiego en 1947, que vienen a corresponder con los actuales; considera como límite Sur la zona de Las Machorras, por el Este los valles de Soba y Ruesga, por el Norte La Cavada, Liérganes y Sarón y, por el occidente, considera pasiego el modo de vida de una parte de Selaya y Luena.

Tal y como debemos percibir, la forma de vida pasiego, en su época de máxima expansión durante la primera mitad del presente siglo, tiene un deslinde, no siempre claro, que permite la comprobación de su enorme extensión e importancia, por ende, en el área oriental de Cantabria y sus cercanías extraregionales. Queremos hacer constar que estamos ya definiendo un modo de vida que, en gran medida, ha sido adoptado por gentes no pasiegas - sobanos, trasmeranos, leonizos, toranceses o carredanos - a lo largo de los siglos XVIII y XIX. El área susodicha quedaría comprendida entre los cabañales de Bárcenas de Espinosa, El Ventorrillo de los Tornos, Valnera de Herada, Ancillo, La Alcomba, Vidular, Regolfo, Garzón, La Maza, Rucandio, Llanos de Penagos, Lloreda de Cayón, Abionzo, Selaya, Aloños, Vejorís de Toranzo, Sel de la Carrera, Selviejo de Luena, La Magdalena, La Zarzosa, La Brenía, Ormías de Arriba, El Huyago, El Pardo, La Incera y El Hoyo, para cerrar el círculo de nuevo en las cercanías de Bárcenas de Espinosa. Por supuesto el área así definida incluye todos estos cabañales dentro de las lindes de lo pasiego o pasieguizante.

Fuera de este ámbito espacial también se percibe, sinó el modo de vida pasiego, sí la influencia de éste. Buen número de las casas ganaderas o invernales al margen de esos límites se han construido, a lo largo de este siglo, bién basándose en el modelo pasiego - en alguno de sus tipos o variantes - o incorporando algunos elementos y soluciones arquitectónicas puestas a punto en su edificación característica, la cabaña.

La influencia más aparente son las fachadas en el muro corto perpendicular al caballete y la dedicación del piso inferior completo a establo y el superior, o superiores, a vivienda y henil. Queremos recordar previamente que estas características son ajenas a la casa rural montañesa, campurriana o de las merindades burgalesas. Una gran cantidad de edificios de este tipo se encuentran en Toranzo, Carriedo, Cayón, Penagos, Cudeyo, Cesto, Voto y valle medio del río Asón. En Ruesga, Soba, Ramales y carranza, esta influencia es perceptible en la arquitectura rural aldeana desde mucho antes. Aquí las casas populares obedecen, desde al menos el siglo XIX, a un esquema de tres pisos: el bajo para cuadra, la segunda planta para vivienda y la tercera para payo. Incluso era corriente la aparición de muros prolongando los esquinales en las fachadas que, muchas veces, resguardan el patín y la escalera exterior. Lo mismo cabría decir de la zona de Espinosa de los Monteros, con sus aldeas, y aledaños de Sotoscueva.

En relación a lo expresado no creemos que deba separarse el modelo constructivo pasiego de los tipos y variedades de su área de influencia del mismo. Los mal llamados invernales existentes entre Liérganes y Udalla no son sino subtipos del modelo que estudiamos. García codrón y Reques Velasco analizan una serie, además, de tipos arquitectónicos derivados del caserío vasco en torno al valle de Guriezo y Trucíos. Sin, en abasoluto, negar tal procedencia en este caso del modelo, no debemos olvidar que algunos de sus elementos existen también en la cabaña pasiega. La fachada en muro corto bajo un voladizo y entre pilastras, y la dedicación diferenciada de las plantas, es algo muy común en el área que hemos delimitado.

Si esta era la situación en 1975, hoy se ve plenamente confirmada. La crísis de dicha mentalidad es más evidente y la emigración ha continuado. Sin embargo, ya podemos apreciar las iniciales tendencias de lo que será esa transformación que Ortega preveía.

Una primera consecuencia es la acentuada tendencia a convertir la vividora en vivienda cuasipermanente. Se intenta, con mayor o menor éxito hacer una vivienda con cierta confortabilidad multiplicando y definiendo más los espacios habitables. Los cuartos aumentan en su número, las cocinas se hacen más cómodas y surtidas con mesas y armarios de factura actual. Aparecen los retretes o aseos en ellos, en ocasiones con cobertizo añadido y, más a menudo, robando un espacio a la antigua balconada. Aunque estas ampliaciones han de ir en detrimento de los espacios tradicionales o aumentar la planta de la casa.

En las plazas de las villas se acentúa el carácter semiurbano con la construcción de manzanas de pisos o casas tipo "chalet". Pero ya no son edificaciones pastoriles en absoluto y no nos detendremos en ellas por su tipología común con el resto de la región y aún de fuera de ella.

De mayor interés es observar los cambios en las construcciones ganaderas. Otra consecuencia apreciable, en esta misma dirección, es el paulatino abandono de las brenizas. Cada vez se constata más que ya no se mudan a éstas sino algunos vecinos de elevada edad generalmente en situación de soltería, pues las familias precisan una mayor atención; más confortabilidad y acceso a los servicios, como las escuelas para los niños, el médico, etcétera. Las fincas de las zonas altas y alejadas de las vías de comunicación son arrendadas a bajo precio a otros vecinos que, abriendo las cerradas de varios prados y dejando, así mismo abiertas, las cabañas como sesteaderos, mantienen en verano el ganado "estil" sin atender. En otros casos la finca - cabaña y prado - es abandonada sin más y,, hoy es de lamentar comprobar la ruina de muchas de éstas. El resquebrajamiento del sistema pastoril pasiego es evidente. Todo ésto se percibe muy claramente en el término completo de Las Machorras y en Soba; en las Tres Villas la situación de sus zonas altas es similar, aunque no tan pronunciada en el resto de sus términos, ni en las zonas bajas limítrofes.

El polo positivo, en cierta manera, resulta de nuevas construcciones de vividoras en los fondos de los valles, mejor comunicados. En este sentido se hace notar el relativo desarrollo, además de los núcleos de las Tres Villas, de los de Resconorio, Carrrascal de Cocejón, Entrambasmestas, y sobre todo de Las Machorras. También podría relacionarse con ésto la formación de un hábitat permanente en La Gándara de Soba. Es en estos asentamientos donde se ve un relativo dinamismo cuyo foco de procedencia es siempre externo a la propia comunidad pasiega. desde estos sectores las vías de comunicación - carreteras y pistas para vehículos - permiten la llegada a ciertas zonas ganaderas de los nuevos modelos y materiales. Porque al margen de los edificios no ganaderos - residenciales - el modelo tradicional muestra una extraordinaria resistencia a su transformación.

La moderna explotación ganadera es el modelo hacia el cual tiende el pasiego, lo mismo que sus vecinos montañeses. el proceso que se ha iniciado es de uniformización, de pérdida de sus peculiaridades. Sin embargo, de momento, lo que se produce es una adaptación de los viejos tipos. En general esa adaptación pasa por la construcción con materiales industriales, por la eleminación de las cocinas en las cabañas, por la ampliación y multiplicación de los vanos - para colocación de ventanales - y por la eleiminación de colgadizas.

Las obras de añadidos y arreglos continúan con gran fuerza en estos momentos, con desafortunados efectos como el de la plaza de San Roque, casa del siglo XVIII a la que se ha añadido un mirador sobre pilares de bloques de hormigón.

Estamos con García Codrón y Reques Velasco en achacar la degradación que esto supone, para la construcción tradicional, a una renovación y transformación mal entendidas en los núcleos rurales con cierto dinamismo, como la Vega de Pas, San Pedro del Romeral o Las Machorras; al incipiente impacto de las actividades turísticas en La Vega y Las Machorras, a su transformación en áreas de residencia secundaria, y a la propia falta de sensibilidad de los habitantes y organismos representativos del vecindario, como los ayuntamientos. Sin embargo no es éste el fondo del problema. El modo de vida, el sistema pastoril pasiego, está asentado en una crísis que le lleva a una pronta asimilación con el entorno. El pasiego, lo mismo que el montañés o el castellano, desea un mayor confort y una adecuación en su explotación a las modernas necesidades. Para ello son necesarios arreglos, ampliaciones y obras en viviendas y cabañas con otras funcionalidades ya en desuso. Los materiales tradicionales pueden conseguirse, pero a muy altos costes por la dificultad de su extracción y transporte, así como de su trabajo. No es fácil encontrar ya canteros y albañiles que conozcan bien su tradiconal oficio, aunque algunos quedan. El actual ganadero de los Montes de Pas dispone de restringidas posibilidades de hacer frente a una obra de esas características, si no es a costa de sus propios conocimientos y trabajos. por ello acude a los materiales industriales, de mayores posibilidades y accesibles por su precio. Los intentos que se dan de conservar la apariencia del modelo constructivo tradicional resultan, por una parte, una disfuncionalidad evidente y, por otra, una deformación inevitable en algunos elementos. La necesidad de luz que lleva a la apertura de ventanales nos deforman la apariencia externa, como en una casa de San Pedro del Romeral que intenta conservar el modelo. La aparición de abuhardillados en la tercera planta también es una muestra de esa disfuncionalidad, como en otra edificación de la Vega de Pas. Es difícil evitar ésto, aunque hay intentos loables en Yera, en una de cuyas cabañas se ha reconstruido la solana abierta de madera y se ha encalado y arreglado la techumbre de lastras, aunque en el cumbre se han empleado ya piezas de hormigón.

Tipológicamente merece resaltarse la extensión, en el presente siglo, de las casas o cabañas con voladizo independiente añadido sobre la solana o galería. Se trata de un elemento que hace su aparición en la segunda mitad del siglo XIX. Es una variante formal que, aunque existente en los valles pasiegos, ha conocido su mayor arraigo ahora en las zonas pasieguizadas. Ejemplos abundantes y de interés se encuentran en Soba, Ruesga, Cudeyo, Cayón y Carriedo, tanto en vividoras como en cabañas pastoriles temporales.

En los últimos años es bien sabido que la ganadería en Cantabria y en general en el Norte de España está sufriendo las consecuencias de la entrada plena en la Unión Europea, en un mercado más abierto y altamente competivo. Ante ésto se produce una dramática reconversión que está dejando nuestras aldeas sin ganaderos o con muy pocos capaces de adaptarse a las nuevas coyunturas. Si ello resulta cierto para zonas de orografía menos demoledora, podemos imaginarnos lo que pasará en los Montes de Pas. El proceso de remodelación de explotaciones que hemos descrito se ha ralentizado, cuando no paralizado. Los jubilados que han abandonado sus explotación y no encuentran quienes la continúen son cada vez más numerosos. Los pocos jóvenes que permanecen aún en estas montañas no pueden llevar todas las que se ofrecen incluso a bajo precio, aún a costa de dejarlas en la incuria. Como consecuencia tenemos un patrimonio etnográfico, arquitectónico e histórico más que maltrecho, en el abandono y abocado a su ruina.

El resultado de todos estos cambios profundos, es que sólo subsisten cabañales tradicionales homogéneamente conservados en las zonas altas y apartadas de las vías de comunicación. Aldano, Viaña, Pandillo, El Pardo, Valnera, Rioseco y Cerneja son, en este sentido, lo que resta de mayor inrterés para la investigación etnográfica y arqueológica. Su preservación sería de desear por la indudable importancia patrimonial y por su fragilidad actual.

 

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SITUACION ACTUAL.

El único esfuerzo por catalogar, hasta hoy, este amplísimo patrimonio etnográfico proviene del trabajo de la investigación que sobre los "Orígenes y evolución arquitectónica de la cabaña pasiega" fué finalizado en 1988. A la espera de la correspondiente revisión y puesta al dia del mismo, transcribimos aquí la parte de dicho catálogo que se refiere a grupos de edificaciones.

Corpus de cabañales, barriadas y plazas de interés patrimonial.

Exponemos también una relación, con somera descripción, de aquellas barriadas o cabañales cuyo interés rebasa el de sus construcciones como individualidades. En unas ocasiones por su antigüedad en el origen del fenómeno pasiego y en otras por su propio valor arquitectónico y etnográfico. Los criterios determinantes de su selección han sido diversos. Su homogeneidad y buena conservación en algún caso, en otros su valor histórico o arqueológico, y en otros el carácter de fósil etnográfico y el riesgo de su pérdida definitiva. En este último sentido queremos hacer constar aquí el peligro inmediato en que se encuentran ciertos cabañales ante la pérdida de los caracteres culturales, basados en el sistema pastoril que tratamos, de la comunidad pasiega. Las zonas más favorecidas por la nueva situación ante la continuada reestructuración arquitectónica y del espacio, y las menos favorecidas, las brenizas alejadas, por su paulatino abandono y ruina.

SELDEHONDON

Conjunto de cabañas situado en torno al arroyo de su nombre, entre Puerto Seguro y La Zarzosa, y perteneciente al término municipal de Valdeporres. Se trata de cabañas, en buena parte arruinadas, fruto de la expansión pasiega durante el siglo XIX y primera mitad del XX, que se caracterizan por la obra de mampostería, las cubiertas de teja y la notable ausencia de adosamientos.

BRENAGUDINA

Conjunto de cabañas situado en el alomamiento que separa las cuencas fluviales de los río Troja y Aldano y pertenenciente al término municipal de San Pedro del Romeral. Son cabañas bien conservadas y de reducidas dimensiones muestra de un temprano poblamiento, en torno al siglo XVIII, en esta zona. Se caracterizan por el sillarejo, imperfecto, de la cantería y la ausencia casi total de colgadizas y de aleros sobresalientes.

VEGALOSVAOS

Conjunto de cabañas vividoras situado en el tramo inferior del río Troja y perteneciente al término de San Pedro del Romeral. Son cabañas de grandes dimensiones y fachada muy desarrollada - con solana -, siendo habituales los adosamientos. Siendo ejemplos destacables, aunque algunos en deficiente estado de conservación, de la vividora pasiega de la cuenca del río Pas en torno a la segunda mitad del siglo XIX.

BUCIMPRUN

Conjunto de cabañas vividoras situado en la falda Noroeste de la sierra de La Cotera y perteneciente al término municipal de La Vega. Son cabañas bien conservadas, de grandes dimensiones y fachadas muy desarrolladas, en alguna ocasión de tres suelos y doble balconada.

GUSPARRAS

Conjunto de cabañas situado en la vertiente del monte y sierra de su nombre. En la plaza hay, en torno a la iglesia, auque hoy en mal estado de conservación y en peligro de ser totalmete desfiguradas por las remodelaciones, una serie de casas vividoras de gran interés. Predominan las solanas y fachadas en el muro largo, clara muestra de la influencia de lo montañés en estas lindes, y con escaleras exteriores. Es un conjunto de los siglos XIX y comienzos del XX que muestra una creación arquitectónica pasiega en áreas de contacto.

VIAÑA

Conjunto de cabañas, vividoras en su mayor parte, asentadas en el fondo del valle del río de su nombre, desde La Cruz hasta el cruce de Candolías, en el término municipal de la Vega de Pas. Son edificios grandes, con fachadas convenientemente desarrolladas con volante, pilastras en elgunos casos - aunque rara vez en ambos lados - y solana que apoya por el lado del terrero en la pilastra, o sobre cimiento directamente, y sobre poste por el otro extremo. La escalera exterior está presente cuando el desnivel natural no permite el acceso directo, y el patín siempre. Son buenos ejemplos de vividoras del siglo XIX y principios del XX, de elevado valor etnográfico.

YERA

Barrio de cabañas que comprende los diversos cabañales - La Flecha, Mazón, Arejos - que se forman en el largo fondo de valle del río de su nombre, en el término municipal de La Vega. Se trata de un amplísimo conjunto en su mayor parte de vividoras del siglo XIX y principios del XX, de fachadas desarrolladas, con solanas y volantes muy similares a los de Viaña, pero organizadas con mayor tendencia al agrupamiento en barriada, no siendo raros los grupos con dos o más casas unidas por el hastial y que han de desarrollar las fachadas en el muro lateral de mejor orientación.

LA VEGA DE PAS

Conjunto semiurbano de casas vividoras con buenos ejemplos de casas en barriada continua - Sel del Río - con fachadas de balconada en muro largo y accesos exteriores; así como también ejemplos de casas independientes de complejidad arquitectónica remarcable. En todas ellas se percibe una notable influencia del modelo montañés. El caracter más propiamente urbano viene dado además por la ordenanción de calles y plaza y, así mismo, por la presencia en ésta de casas de varios pisos superpuestos.

ESTALLO

Conjunto de cabañas, situado en la falda Sur de la loma de La Braguía y sobre el barrio de Portilla, perteneciente al término municipal de La Vega, de caracteres bastante uniformes: medianas dimensiones, fachada con escalera exterior, puertas rasgadas y pocos o reducidos vanos. Su aspecto general se originó en los siglos XVII y XVIII, y marca el tipo más antiguo extendido desde aquí hacia el Oeste - Gusparras - y hasta el alto Pisueña.

 

LA VARA

Conjunto de cabañas de breniza situado en lo alto de la estribación montañosa que arranca de la Torcaverosa y alcanza El Sillar; al pie del macizo de El Castro, en el término municipal de la Vega de Pas. En él se aprecia una considerable variabilidad de tales construcciones. Desde la cabaña bien desarrollada, incluso con colgadizas, hasta el cabaño de un suelo para cuadra. En general, son cabañas de medianas dimensiones, con volante de un cabrio forastero y posadera ocasional en la fachada, en donde se pueden apreciar huecos de saneamientos y dobles muros contra los temporales de agua y nieve. Su cronología, muy similar a la de otros cabañales altos de las cabeceras del río Pandillo - Colina, Lelsa, Monturmías - no nos debe llevar más allá del siglo XVIII.

 

EL ROSTRO

Cabañal de breniza más pequeño pero similar al de La Vara en morfologías constructivas; situado en el collado que separa la Peña del Rostro y la Peña del Cuervo, en el término municipal de La Vega. Es de un alto interés porque conserva, en ocasiones reutilizadas para amontonar piedras sueltas, restos de construcciones de brena rectangulares, de reducida planta y con vanos de acceso diminutos, propias de los primeros pastores pasiegos, con una cronología que pudiera situarse desde el siglo XVI hasta la primera mitad del siglo XVIII. Las demás construcciones, en uso, son posteriores, alcanzando hasta el siglo pasado.

LA COTERA

Conjunto de cabañas situado en el término municipal de San Roque de Riomiera. Es un grupo relativamente uniforme de edificaciones de mediano tamaño, sin colgadizas ni solanas, y con una cronología que gira en torno a los siglos XVIII y XIX. Es una muestra válida del tipo constructivo existente entre este término municipal y el de Selaya, con los altos de Bustantegüa y Campillo.

VALDICIO

Barrio y conjunto amplio de cabañas en las laderas de ambos lados del arroyo de su nombre, entre el monte Pizarras y el Cueto Cabriones, y perteneciente al término municipal de Soba. Abundan, entre otras, las cabañas de reducidas dimensiones, sin adosamientos ni desarrollo de las fachadas, con ocasionales huecos de saneamiento. En cuanto a los materiales está sufriendo una cruel transformación, abandonándose los tradicionales - piedra caliza, lastras y madera - y efectuándose arreglos y adaptaciones con teja y productos de orígen industrial. La mayor parte de sus construcciones son del siglo XVIII e inicios del XIX.

EL PARDO

Conjunto de cabañas de breniza situado en la cabecera del río Trueba, en el término municipal de Espinosa de los Monteros. Grupo totalmente uniforme de cabañas de finales del siglo XVIII y primera mitad del XIX, muy bien conservado. Se caracteriza por las colgadizas, volantes reducidos, escaleras exteriores laterales con patín, y por las posaderas.

FUENTERRABIOSA

Conjunto de cabañas situado en la margen izquierda del río Trueba, en el término de Espinosa de los Monteros. Predominan las cabañas, bien conservadas, de amplias dimensiones con colgadizas, escaleras exteriores laterales con patín, posaderas y voladizos reducidos sobre la fachada. Su cronología gira en torno a la segunda mitad del siglo XIX, con muy buenos ejemplos fechados.

BUSTROLAMA

Cabañal situado en la ladera Norte del monte Camnpanas, no lejos de Las Machorras (Espinosa de los Monteros). Es un grupo muy variado tipológicamente; desde cabaños con techumbre a un agua hasta cabañas amplias con posadera, escalera exterior y patín. Por ello se trata de construcciones, muy bien conservadas y sin añadidos, que van desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta el siglo XIX y principios del XX.

EL HOYO

Reducido cabañal de breniza situado en la ladera Norte del monte Carrascosa, frente a Rioseco, término de Espinosa. Son edificaciones, muy bien conservadas y sin añadidos, del siglo XIX, con volante, escalera exterior, patín y posadera en la fachada y algunas colgadizas.

LASTRIAS

Conjunto de cabañas de breniza situadas en el nacimiento del río de Lunada, término municipal de espinosa de los Monteros. Hay varios ejemplos bien conservados de cabañas de los siglos XVIII y XIX, con colgadizas. Pero destacan las dos construcciones arruinadas de reducidísimas dimensiones, armadas a canto seco y con estrechos vanos de entrada, que se corresponden con las edificaciones pastoriles más antiguas de los Montes de Pas, situables cronológicamente entre el siglo XVI y los inicios del XVIII.

LUNADA

Conjunto de cabañas de breniza situado a la orilla izquierda del río de su nombre, en el término de Espinosa de los Monteros. Es una agrupación de cabañas, bastante homogéneas, de fines del siglo XVIII, siglo XIX y comienzos del XX, que responden a una tipología común a los Cuatro Rios pasiegos: mediano tamaño, escalera exterior con patín, posaderas de todo tipo, volante y colgadiza.

VALNERA

Conjunto de cabañas, en donde incluimos El Bernacho, de breniza situadas en el valle de su nombre, al pie de El Castro, en término de Espinosa de los Monteros. Bien conservado grupo de edificios de reducido y mediano tamaño, con escaleras exteriores, patín, posaderas y colgadiza ocasional, que responde a edificaciones originales del siglo XVIII, con arreglos y restauraciones en el siglo XIX.

EL CUIVO

Conjunto de cabañas situado en las cabeceras del río de La Sía, a la falda de la sierra de Los Picones, en el término municipal de Espinosa. Interesante cabañal en aceptable estado de conservación, donde predominan las colgadizas, los borciles adosados, las posaderas, los patines, y las escaleras exteriores y los volantes, propias de finales del siglo XVIII y del siglo XIX.

CACERNEJA

Cabañal situado en la cabecera del río Cerneja, término de Espinosa de los Monteros. De un alto valor etnográfico, bien conservado hasta ahora, pero amenazado por el abandono. Son cabañas de breniza entre las que se encuentran construcciones de los siglos XVII y XVIII - reducidas dimensiones, vanos diminutos, puertas rasgadas o con inicio de esconzado -, y del siglo XIX - mayores dimensiones, más y más amplios vanos, puertas completamente esconzadas, escaleras exteriores, patín y volante -, siempre con una o varias posaderas. Dentro del conjunto, destaca una barriada de cabañas, a manera de pequeño agrupamiento, con muros dobles, espacios vacios y cerrados entre los edificios, huecos de saneamiento en los muros, y ordenamiento semiurbanístico, en torno a dos callejas, de las cabañas, cabaños y colgadizas.

CASTROMORCA

Conjunto de cabañas en ruinas, situado al Sur y bajo el collado de Covachos, en el término de Espinosa de los Monteros. son trece restos de construcciones pastoriles de plante rectangular, reducidas dimensiones - 5 po 6,50 m. aproximadamente - vanos diminutos - puertas rasgadas de 0,70 m. de anchura - entre jambas monolíticas, muros de 0,60 m. de anchura, y a menudo con pequeños cubículos adosados a la fachada, a los lados de las puertas, o en un lateral. Además se señalan varios corrales semicirculares en planta, un cubículo rectangular independiente y un muro derruido. Generalmente armados a canto seco o con barro escaso. Estamos ante un gran conjunto, articulado en dos agrupaciones: una superior, y otra inferior, de primitivas construcciones pastoriles de brena del momento inmediatamente anterior a la cristalización del sistema pastoril con praderías cerradas, perfectamente fechadas en los siglos XVI, XVII y comienzos del XVIII, y siendo habitadas hasta fines de dicho siglo en que se abandona, ante la imposibilidad de convertir aquel lugar en una breniza con cercamientos privados. Estamos ante el mejor conservado barrio pasiego de aquella temprana época, y posee, por tanto, un elevadísimo valor histórico y arqueológico.

EL HERBERO

Conjunto de cabañas situado en la confluencia del arroyo de Covachos con el río Cerneja, en el término municipal de Espinosa de los Monteros. Se trata de un grupo, en mal estado de conservación por el reciente abandono, en donde, además de cabañas de breniza del XIX, nos encontramos cabañas de los siglos anteriores - en su mayor parte arruinadas -, siendo destacable una de reducidísimas dimansiones - 4,80 por 3,50 m. - con vanos de puerta diminutos - 0,60 m. la de la cuadra u 0,70 m. la del payo -, que creemos hay que considerar del siglo XVI o XVII.

RULAU

Conjunto de cabañas situado en las inmediaciones del nacimiento del arroyo Argumal, en el término municipal de Soba. Es un cabañal bastante bien conservado y homogéneo, con edificaciones arcaicas de breniza, fechables en los siglos XVIII e inicios del XIX. A destacar las reducidas plantas y vanos de las más antiguas, así como las bien construidas y expresivas techumbres de lastras. En general, es parangonable con los cabañales antiguos de Zucía, Cerneja y La Sía.

 

Area de influencia con Cabañas Pasiegas:

ESTE (de Sur a Norte ): Cabañal de Fuentepreveo (Soba) a partir del limite interprovincial Burgos-Cantabria - Alto de Cañoneros - Curso alto del Regato de Baulalastras hasta su unión con el de Los Cerríos - Cabañal de Regadas - Cabañal de El Calambrujo - Camino que sale al Refugio de Montaña del Club Alpino Sestao - Carretera comarcal desde este lugar al km. 11 ( Mirador de Los Collados de Asón ) - Cauce del Río Asón en su cabecera hasta la confluencia con el Regato de Rulacía - Cumbre de Peña Lavalle - Cantil rocoso hasta la Peña de San Juan de Socueva (Arredondo).

NORTE (de Este a Oeste): Peña de San Juan de Socueva (Arredondo) - Peña de Los Machucos - Cueto del Alto de Bustablao - Canto Camuezco - Confluencia del río de Carcabal con el río Miera dejando fuera el núcleo de Ajanedo - Cauce del río de Carcabal hasta Covallarco - Picón de Sopeña - Picón de Las Enguinzas - Peña Argumal - Cabañal de El Rellano - Peña Pelada - Los Pozos de Noja - Alto de La Crespa - Cueto de Sobretejera - Confluencia del Regato de Peña Acebo con el Río de Llerana - Pico Géniro - Santuario de Valvanuz (Selaya).

OESTE (de Norte a Sur): Santuario de Valvanuz (Selaya) - Unión de la carretera local de Pisueña con la comarcal - Carretera comarcal hasta el Alto de La Braguía - Cueto de La Mesuca - Límite municipal Villacarriedo-Vega de Pas - Límite municipal Vega de Pas-Santiurde de Toranzo - Límite municipal Vega de Pas-Luena - Límite municipal San Pedro del Romeral-Luena hasta el Cueto Alisas - Confluencia del Regato de la Matanela o de Carrascal con el Río de La Magdalena - Km. 97 de la Carretera Nacional N-623 - Puerto de El Escudo en el límite provincial Burgos-Cantabria.

SUR (de Oeste a Este): Puerto de El Escudo en el límite provincial Burgos-Cantabria hasta Puerto Seguro - Cauce del Regato de Seldehondón hasta su confluencia con el Río Nela - Desde aquí al Alto de La Peñuca - Desde aquí hasta el Alto de El Pardo por el límite provincial Burgos-Cantabria - Divisoria municipal Merindad de Sotoscueva-Espinosa de Los Monteros hasta el Alto de La Carrascosa - Confluencia de Río de La Sía con el Río Trueba - Cabaña de La Cubilla - Castromorca - Alto de El Caballo - Río Cerneja en El Cabrero - Límite provincial Burgos-Cantabria hasta Fuente-Preveo (Soba).

Así se delimita un espacio que acoge el área de los Montes de Pas que cumple todos los criterios definidos, abarcando un territorio que incluye su mayor área en la actual Comunidad Autónoma de Cantabria, pero que engloba una zona importante de la Comunidad Autónoma de Castilla-León. Concretamente incluye la totalidad de los actuales términos municipales de las Tres Villas Pasiegas ( San Pedro del Romeral, La Vega de Pas y San Roque de Riomiera ), amplias zonas de los términos municipales de Espinosa de los Monteros y Selaya, y zonas de diversa y menor amplitud en los de Luena, Valdeporres, Villacarriedo, Saro, Santa María de Cayón, Miera, Arredondo, Ruesga y Soba.


 
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